Waterloo: ¿miles de soldados muertos convertidos en abono?
6 de julio de 2022Fue uno de los combates más sangrientos de Europa, y uno de los que marcaron su destino: el 18 de junio de 1815, el Ejército francés, comandado por el emperador Napoleón Bonaparte, perdió la batalla decisiva contra las tropas aliadas al mando del duque británico de Wellington y el mariscal de campo prusiano Gebhard von Blücher. Unos 53.000 soldados murieron en Waterloo, una localidad al sur de Bruselas, hoy capital de Bélgica.
Hasta ahora, sin embargo, al realizar excavaciones, solo se han hallado pocos restos de los caídos. El arqueólogo británico Tony Pollard reconstruyó lo sucedido en los días y semanas después de la batalla en Waterloo, basándose en diferentes documentos y descripciones personales de escritores, pintores, diplomáticos y testigos.
Pocos días después de la batalla, dice el profesor Pollard, "tan pronto como se disipó el humo", los primeros curiosos y saqueadores llegaron a Waterloo. Según los testimonios revisados, la propia población local les robó la vestimenta y otros objetos a los muertos, antes de que fuesen enterrados. "Algunos incluso les quitaban los dientes de las prótesis", señala.
Los huesos, un abono preciado en la agricultura
Numerosos comerciantes de huesos llegaron a Waterloo. "Los campos de batalla de Europa fueron fuentes baratas de huesos", explica Pollard, director del Centro de Arqueología del Campo de Batalla de la Universidad de Glasgow, a la revista especializada Journal of Conflict Archaeology: "Esta harina de huesos se usó como fertilizante antes del descubrimiento de los superfosfatos, en la década de 1840".
Según reportes de periódicos ingleses de la década de 1820, grandes cantidades de huesos fueron llevadas hacia Inglaterra y procesadas allí para obtener abono. "En las dos décadas que siguieron a la batalla de Waterloo, los campos de batalla europeos fueron una reserva rica en material óseo, que se molía hasta obtener harina", dice Pollard.
Así, por ejemplo, un diario de esa época informaba, en noviembre de 1829, que un propietario escocés de terrenos había comprado todo un buque de carga lleno de huesos, que luego hizo moler para conseguir el preciado abono.
Muchos cadáveres fueron incinerados
Sobre todo muchos británicos visitaron el campo de batalla donde Napoleón Bonaparte experimentó "su Waterloo", una expresión que, hasta hoy, sigue siendo sinónimo de una derrota total.
Los testimonios hablan sobre enormes montañas de cadáveres para los cuales no había suficiente lugar, de modo que las pilas de soldados muertos solían ser incineradas encendiendo maderos.
¿Fueron saqueadas las fosas comunes?
Aunque los registros con los que se cuenta son detallados, el profesor Pollard no ha hallado ni fosas comunes ni lugares de cremación identificables.
Según el arqueólogo británico, es muy posible que los lugareños mostraran a los comerciantes de huesos la ubicación de las fosas comunes y también los ayudaran a retirar los restos. Un negocio lucrativo, ya que los buscadores de huesos habrían encontrado una gran cantidad de materia ósea con relativamente poco esfuerzo.
La búsqueda continúa: "Lo siguiente es volver a Waterloo"
Probablemente solo habrá claridad cuando se encuentren las fosas comunes descritas o al menos rastros de ellas. "En algunos casos, si los restos humanos se han retirado en la medida en que se supone, aún debe haber evidencia arqueológica de las tumbas de las que fueron extraídos", estima Pollard.
"Lo siguiente es volver a Waterloo", prevé el arqueólogo de Glasgow, decidido a determinar si hay tumbas y brindar alguna certeza sobre lo que realmente sucedió con muchos de los caídos en Waterloo.
(cp/rml)