Y el velo femenino llegó a la política peruana
4 de febrero de 2020La sorpresa vestía ropas bíblicas. La profunda fragmentación del Congreso peruano y el desplome del fujimorismo no fueron los únicos protagonistas al anunciarse los resultados de las recientes elecciones en el país andino. El Frente Popular Agrícola del Perú (Frepap), un partido milenarista y mesiánico cuyos miembros portan túnicas de la época de Jesucristo, se convirtió en la segunda fuerza más votada.
La formación es el brazo político de la ultraconservadora congregación religiosa Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (Aeminpu), que predica enseñanzas del Antiguo Testamento combinadas con elementos de la cultura incaica y andina. La organización política de los "israelitas”, como también se les conoce, fue fundada en 1989 por Ezequiel Jonás Ataucusi, cuyo hijo -Ezequiel Ataucusi Gamonal- lidera hoy el partido.
En su peculiar cosmovisión, Perú es un país privilegiado, algo así como el Israel de Occidente, de la misma forma que Ataucusi era el Cristo de Occidente. Los hombres no cortan sus cabellos y barbas para no ir "contra la voluntad de Dios” y las mujeres cubren su cabellera con un velo. El paso de los años ha secularizado el aspecto de algunos de sus miembros, pero estos rasgos distintivos siguen bien presentes en su vida pública. Se equivocaron cuando dijeron que su "mesías” andino resucitaría al tercer día, al igual que cuando profetizaron el fin del mundo en el año 2000. No obstante, su campaña en Facebook de cara a estos comicios demostró estar mucho más acertada.
El antropólogo Carlos Ernesto Ráez Suárez subraya que el factor clave de su pródiga cosecha electoral es el lugar clave que ocupa el elemento agrario en la doctrina religiosa israelita. La región amazónica de Ucayali, donde el partido logró sus mejores números -un 24% de los apoyos- ilustra esta explicación.
"Es una de las regiones donde cuenta con más cooperativas agrarias, espacios donde los israelitas han podido reproducir sus tácticas, promover la autogestión y también llevar a cabo un acto de patriotismo”, dice Ráez Suárez a DW. Muchos de los colonos son emigrantes de los Andes que se fueron a la selva en busca de más tierras. La idea de "hacer patria” a través de este desarrollo agrario, agrega el experto, es "una manera de demostrar que uno está comprometido con la doctrina, la salvación y el país”.
Pero el hecho de haberse colocado segundo en el conteo de votos -aunque proporcionalmente tendrá menos escaños por el sistema de reparto de asientos en el Congreso- va más allá del éxito de su vinculación con el ámbito agrario. "A nivel de propuestas, muchas de ellas son transversales”, explica Ráez Suárez. Así, no todo es el Antiguo Testamento cuando los israelitas se ponen a hacer política. La eliminación de la inmunidad parlamentaria, la reducción de la jornada laboral o aumentar el impuesto a la riqueza son propuestas que parecen haber sintonizado muy bien con el hartazgo ciudadano de un Perú donde siguen creciendo las malas hierbas de la corrupción.
El milagro del pescadito azul -símbolo del Frepap- en las urnas no sería necesariamente, por tanto, signo de que la sociedad peruana se orienta hacia las tesis teocráticas de la Aeminpu. Sin embargo, el auge de otras fuerzas ultrarreligiosas, concretamente evangélicas, a lo largo y ancho de Latinoamérica, la mayoría de ellas enarbolando la lucha contra lo que llaman "ideología de género” ha hecho saltar las alarmas entre los defensores de los derechos humanos del Perú. Particularmente, feministas y activistas del colectivo LGBTI (lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales) temen que este avance religioso implique retrocesos en sus vidas.
Ráez Suárez señala que su naturaleza "milenarista y mesiánica” diferencia a la congregación israelita de las iglesias evangélicas. Además, durante la campaña electoral no pusieron los temas de género y sexualidad sobre la mesa y en algunas entrevistas ciertos miembros han intentado dar una imagen más conciliadora, como la posibilidad de contemplar la unión civil entre personas del mismo sexo, aunque no el matrimonio igualitario. Para el antropólogo, "en realidad esto es un gran avance en comparación con otros grupos conservadores”.
No obstante, advierte Ráez Suárez, "dentro de la congregación hay gente radical, por lo que van a tener una discusión entre lo que están diciendo de cara al público y lo que pueden pensar ellos mismos”. De hecho, justo después de las elecciones uno de sus candidatos, Wilber Cayllahua, manifestó estar en contra de la igualdad de género y dijo que las personas homosexuales "tal vez tienen enquistado el mal en el corazón”.
A diferencia de otros países latinoamericanos, Perú carece de leyes que permitan la unión civil, el matrimonio homosexual o el cambio legal de sexo, aunque el Tribunal Constitucional ha reconocido a través de su jurisprudencia que esto último es posible a través de la -tortuosa y lenta, según los activistas- vía judicial. En la legislatura pasada, "la llamada ‘ideología de género' fue uno de los temas bandera de los grupos ultrarreligiosos”, explica a DW Marina Navarro, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en este país. Algunos de los ejemplos más evidentes, continúa, fueron la presión sobre la Comisión de Educación y "una propuesta legislativa que pretendía eliminar la palabra ‘género' de todas las políticas”.
"La situación ya es crítica y no podemos permitirnos retrocesos"
Un relator especial de la ONU denunció el pasado lunes (03.02.2020) que los defensores de los derechos sexuales y reproductivos en Perú "enfrentan ataques de grupos conservadores y religiosos” e instó al Estado peruano a incluir a los actores sociales, en especial a las mujeres, en una estrategia para acabar con la criminalización y estigmatización de los activistas.
"Tendremos que estar muy atentos, porque la situación ya es crítica y no podemos permitirnos que haya retrocesos”, alerta Navarro, quien pone como ejemplo cómo estos discursos ultraconservadores empeoran coyunturas ya de por sí complicadas, como la situación del embarazo adolescente en el Perú. Este llega hasta el 30% en regiones como Loreto, en la Amazonía. La dirigente de Amnistía cree, por otro lado, que la fragmentación y la corta vida de este período legislativo -año y medio- no permitirán avances sustanciales en materia de derechos de la mujer, como el derecho al aborto en casos de violaciones, o de la comunidad LGBTI.
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