Zika: ¿en qué puede ayudar Alemania?
8 de febrero de 2016DW: Usted diferencia −en una entrevista reciente con medios alemanes− la capacidad de los sistemas de salud latinoamericanos para controlar al virus del Zika, según los recursos humanos y materiales de los que disponen. ¿Cómo ubica por ejemplo en este panorama a Brasil (el país más afectado) y a Cuba (aún sin infecciones registradas pero con una importante presencia del mosquito transmisor y con un sistema de salud a menudo celebrado por su enfoque preventivo y local)? ¿Podrá este último evitar o controlar mejor el contagio?
Jonas Schmidt-Chanasit: Es difícil hacer predicciones. Cuba cuenta con un muy buen centro de referencia, el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, vinculado a la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Ellos están muy especializados, tienen la técnica y el conocimiento para identificar la infección. Y el sistema de salud es más abierto, accesible para el conjunto de la población. Si se ve confrontado de pronto con una epidemia masiva, también verá limitarse sus recursos, pero igual ocurriría en Alemania. No obstante, especialmente al inicio, creo que el sistema cubano es bastante sensible: si se produce un brote infeccioso, lo notarán pronto y supongo que lo reportarán a la OPS, como han hecho con el dengue y el chikungunya.
En comparación con otros países latinoamericanos, con Brasil, por ejemplo, donde tenemos un gran proyecto: de Brasil estamos recibiendo diariamente 50 muestras para el diagnóstico del virus del Zika: en este caso, se trata de gente rica, que envía sus muestras a un gran laboratorio privado brasileño, que a su vez nos las envía a nosotros. Y eso ilustra muy bien dónde están los problemas: Nadie en la favela puede darse ese lujo. La capacidad de respuesta de Brasil es tan limitada que solo pocas muestras pueden ser evaluadas, y no son –por supuesto− las de quienes menos recursos tienen.
¿Además de la cooperación con Brasil, tiene su instituto vínculos con otros países latinoamericanos?
Estamos también presentes en Costa Rica, un país pequeño que hace apenas una semana registró su posible primer caso. Allí están preparados y, sobre todo, preocupados por el turismo. En México hemos estado especialmente en Monterrey. Allí hay muy buenas estructuras, una muy buena clínica universitaria. No puedo evaluar el acceso de la población al diagnóstico y tratamiento médico en México, pero sí puedo asegurar que los laboratorios que ofrecen el diagnóstico de la enfermedad en diversos institutos de todo el país son buenos. Tengo colegas en Monterrey, Ciudad de México, Chiapas, y todos están preparados y han diagnosticado ya la enfermedad. Pero, insisto, todo depende de la extensión del contagio, cuando se trata de tantos casos como en Brasil, en algún momento, los recursos se agotan, es imposible evaluar todos los casos, y estos pasan a ser “casos sospechosos”.
¿No es en este punto en el que deben aparecer esos recursos que supuestamente podrían ser liberados gracias a la declaración de emergencia global hecha por la Organización Mundial de la Salud (OMS)?
Hay que ver a la OMS como una organización administrativa, con muchas limitaciones para aportar recursos financieros. Esa es siempre una tarea de los Estados nacionales. La OMS apoya encargando esa ayuda a otros países, o facilitando el envío de grupos de expertos a los países afectados. Pero no es usual que la OMS misma envíe a un país miles de millones de dólares. Se trata de una institución política. Lo vimos, en la práctica, durante el brote de ébola en África: Estados Unidos envió a su gente del CDC (Centros para el Control y Prevención de Enfermedades). También se involucraron Francia, Reino Unido, estados nacionales que, por supuesto, habían sido llamados por la OMS a ayudar. En este caso, Brasil –o México− podría pedir ayuda a Alemania para enfrentar la lucha antivectorial o el diagnóstico. Ese es, normalmente, el camino.
¿Contaría América Latina con la solidaridad alemana para enfrentar al zika? ¿Qué puede aportar en este caso Alemania o específicamente el instituto en el que usted trabaja*?
Hay muchos proyectos bilaterales, especialmente con Brasil. Existía un programa de intercambio académico, de estudiantes de posgrado a los que se le posibilitaban estancias de investigación de varios meses en Alemania, con apoyo financiero del Estado brasileño. Pero la mayor parte de esas ayudas fueron recortadas. Nuestros socios brasileños nos cuentan que todo el sector científico ha sido muy afectado por las turbulencias económicas de los últimos tiempos en Brasil.
Nuestro Instituto de Medicina Tropical de Hamburgo ha ayudado a la universidad de Río de Janeiro, desde 2013, a desarrollar el diagnóstico, incluido el diagnóstico de zika. Hemos comenzado a estudiar el zika, el dengue y los mosquitos transmisores en diversos barrios de Río de Janeiro, con miras a los Juegos Olímpicos, con la intención de determinar zonas de riesgo a las que puede dirigirse la lucha antivectorial. Ese, por ejemplo, es un programa que se extiende hasta el fin de los Juegos Olímpicos en 2016, y cuenta con el apoyo de medio millón de euros del Gobierno alemán. Ese es el programa en que yo participo y el que mejor conozco, pero hay otros proyectos de cooperación, con México y con otros países latinoamericanos.
*El Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical en Hamburgo es un centro colaborador de la OMS para la investigación de arbovirus y fiebres hemorrágicas, así como centro de referencia nacional para enfermedades infecciosas tropicales.