Consumo de carne: entre salud y ecología
Escalope de cerdo, chuletas de cordero, jamón de la Selva Negra, embutidos de ave, salchichas, morcilla… carne y más carne. En la estantería del supermercado, la vitrina del carnicero, el desayuno, el almuerzo, la cena. Los alemanes son grandes consumidores de carne: los hombres comen como promedio 1,2 kilogramos a la semana; las mujeres, la mitad.
Y ese apetito por los productos cárnicos crece, no sólo en Alemania. En los últimos 50 años, nuestro consumo de carne se cuadriplicó a escala global: actualmente consumimos más de 280 millones de toneladas, calcula el informe de Naciones Unidas y el Banco Mundial sobre la situación de la agricultura a nivel mundial.
Al plato… ¿o al comedero?
La producción de toda esa carne tiene sus consecuencias: “Con una población mundial creciente, que come cada vez más, y cada vez más productos cárnicos, la disponibilidad de suelos fértiles se reduce. Nuestro plato compite con el comedero para la cría de animales. El 30 por ciento del cultivo mundial de cereales termina en el comedero, no en el plato. Y la cifra crece claramente, pues en países emergentes como China también se come cada vez más carne”, explica Nicole Maisch, vocera de la política de protección al consumidor del grupo parlamentario del partido alemán Los Verdes.
Otra importante consecuencia del consumo de carne está relacionada con un preciado recurso natural: la producción de un kilogramo de carne de res consume hasta 40 mil litros de agua, aseguran expertos. Esto, mientras, 783 millones de personas carecen de acceso a agua potable en todo el mundo, calcula el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
A todo esto se suma la repercusión de nuestro consumo de carne sobre el medio ambiente: “La cría de animales produce el 18 por ciento de los gases de efecto invernadero del globo. Más que todo el sector del transporte mundial. Así que, si queremos tomar medidas en favor del medio ambiente, tenemos que reducir nuestro consumo de carne, especialmente nosotros, las naciones industrializadas. Claro que en China e India aumenta el consumo de carne, pero les seguimos llevando ventaja, ampliamente”, asegura la vocera del partido ecologista alemán.
¿Nutriente o cancerígena?
Para el cuerpo humano, sin embargo, la carne no es precisamente dañina, aclara Antje Gahl, de la Sociedad Alemana de Nutrición (DGE, por sus siglas en alemán): “Suministra importantes proteínas, hierro, vitamina B. Y eso es algo que el cuerpo agradece. Así que su consumo, en principio, no es malo. Nosotros recomendamos entre 300 y 600 gramos de carne y embutidos a la semana… Con ello, el cuerpo puede beneficiarse de los nutrientes, sin acumular demasiadas sustancias acompañantes indeseadas, como el colesterol o la purina."
El hombre promedio, sin embargo, consume mucho más carne de lo recomendable. Y eso sí que puede resultar dañino, afirma esta experta nutricionista. De modo que su recomendación no es prescindir de la carne, sino consumir cantidades saludables. La medida depende, además, del tipo de carne que se ingiere. Las llamadas “carnes rojas” como la de res, cerdo y cordero, contienen más hierro-hemo que “carnes blancas” como la de pollo. Este es un tipo de hierro contenido en la hemoglobina, químicamente diferente y de mayor absorción por el organismo que el hierro-no-hemo que contienen, por ejemplo, las espinacas.
"La carne roja y sus derivados aumentan el riesgo de cáncer colorrectal, conocido como cáncer de colon. Contienen más hierro-hemo, y eso facilita la formación de nitrosaminas (sustancias inductoras de tumores cancerígenos) en el intestino”, explica la representante de la Sociedad Alemana de Nutrición, Antje Gahl.Este proceso se produce a partir de la ingestión de unos 60 gramos de carne roja al día, aclara la experta.
Para todos...
Varias iniciativas tratan, en diversas ciudades alemanas, de mostrar a los ciudadanos y consumidores locales los valores de la opción vegetariana para reducir el consumo de carne: Comedores escolares, universitarios y laborales ofrecen un “Día Vegetariano” a la semana o una opción vegetariana al día. Numerosos restaurantes y cafeterías, por su parte, mantienen una oferta de calidad de platos sin carne, con ingredientes frescos, tanto para vegetarianos estrictos como para no vegetarianos.
La clave, considera la Sociedad Alemana de Nutrición, está en una alimentación variada, con muchos productos de grano entero y abundantes vegetales, sin renunciar necesariamente a la carne, pero consumiéndola con medida.
Es el único camino a una alimentación saludable que, en algún momento, además, alcance para todos, insiste la vocera del partido ecologista alemán, Nicole Maisch: "Con el elevadísimo consumo de carne actual, es imposible alimentarnos a todos. Y esa tiene que ser nuestra principal meta política: que todo el mundo tenga para comer. Si no lo conseguimos, habremos fallado. Ese es para mí el tema principal: la relación entre el hambre mundial y el creciente consumo de carne".
Autora: Carla Bleiker / Rosa Muñoz Lima
Editora: Cristina Papaleo