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Amarga decepción en Roma

13 de junio de 2002

La cumbre mundial de la alimentación concluyó sin grandes logros concretos, reiterando la meta de reducir en 400 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo, hasta el 2015.

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La organización "Médicos sin Fronteras" atiende a niños desnutridos en Angola.Imagen: AP

La cumbre de Roma, de seguro, no pasará a la historia como un hito en la lucha efectiva contra el hambre. Para ello se habrían necesitado más que meras promesas del mundo industrializado. El retroceso de la ayuda al desarrollo y el proteccionismo agrícola hablan otro lenguaje. Sintomático resulta también el hecho de que la mayoría de los principales países de Occidente, salvo algunas excepciones, sólo haya enviado representantes de segunda fila a la conferencia.

En Roma se celebró como un triunfo la declaración sobre el derecho a la alimentación, aprobada tras un intenso tira y afloja. El gobierno alemán la calificó de éxito parcial y espera que los países en vías de desarrollo elaboren planes para que este derecho se pueda materializar en forma concreta. La organización alemana de ayuda humanitaria contra el hambre, Welthungerhilfe, fue más tajante: habló de resultados "amargamente decepcionantes", y recordó que las necesarias reformas agrarias no son ya un tema destacado en el documento.

Derecho no vinculante

Cabe dudar de que lo acordado en Roma sirva realmente de ayuda a los 800 millones de personas que, según cifras estimadas, padecen hambre en la actualidad. Porque ocurre que tras ese "derecho a la alimentación" sólo hay directrices no vinculantes; los habitantes del Tercer Mundo distan de poder reclamar ese derecho ante la Justicia.

Aun así, los gobiernos de los países pobres deben aceptar que se les interrogue acerca de las medidas que ellos mismos toman para combatir la desnutrición. Los países ricos no son los únicos responsables del problema. La responsabilidad también recaerá sobre los propios afectados mientras haya estados que, como el de Zimbabue, utilicen la ayuda alimentaria como arma en la lucha contra la oposición interna o que, como India, privilegien los gastos militares, por sobre los destinados a generar progreso.

Por otra parte, en muchos países en vías de desarrollo la producción agrícola está tan orientada al mercado internacional que ya no se puede garantizar el abastecimiento interno.

Pobreza estructural

El hambre es un problema de pobreza estructural y de desigualdad social y política. Sobre todo las organizaciones no gubernamentales plantearon alternativas en Roma. La tendencia sólo se podrá revertir si se consigue que la población rural pueda autoabastecerse. Cabe poner en duda, en todo caso, que los alimentos genéticamente manipulados sean la panacea que asegura la industria agrícola.

Sea como fuere, la meta oficial de la cumbre, de reducir a la mitad el número de personas afectadas por el hambre en el mundo hasta el 2015, seguirá siendo utópica mientras se intente lograrlo mediante discusiones políticas y económicas. Las conferencias cumbres no sacian a ningún hambriento.