Aumentan depresiones en el trabajo
22 de enero de 2010Cuando el trabajo se transforma en una carga pesada deriva en enfermedades, no sólo del cuerpo, sino también de la psiquis. Esto, que no es nada nuevo, vuelve a cobrar importancia en el contexto de la crisis económica, que repercute en el ámbito profesional e influye en las nuevas formas de presión laboral.
Un ejemplo de los más extremos es el de la empresa francesa de telecomunicaciones, France Télécom, en la que 25 empleados se quitaron la vida en el último año. Algunos de ellos culparon de su decisión de suicidarse a la compañía en cartas de despedida. Y la crisis está llegando también en Alemania.
Sobreexigencia y presiones, igual a depresión
Hace ya algunos años que una firma que produce muebles de cocina sólo tiene pérdidas, por lo cual recortó algunos puestos de trabajo para sanear su situación económica. Y como esto no fue suficiente, catapultó a 1.800 empleados a una carrera hacia su propia destrucción: debían probar hasta el año 2012 en todas las filiales alemanas de dicha empresa lo bien que trabajaban. La filial que produjera los peores resultados se cerraría.
Y esa es sólo una de las muchas reestructuraciones en las grandes y medianas compañías que conlleva graves consecuencias para los trabajadores. El psicoterapeuta Reinhold Bianchi, uno de los autores de “Volverse un ser solidario: Destrucción psíquica y social en la época neoliberal y cómo superarlas” (en alemán: editorial VSA de Hamburgo, 2006), atiende casos como esos en su consultorio: “Cuando la gente está sometida a tales presiones, aumenta, por un lado, la sensación subjetiva de estar sobreexigido. La necesidad de continuidad y la tranquilidad que esta produce, así como el sentimiento de pertenencia, no se ven satisfechos. Al mismo tiempo, la presión y la sobrecarga siguen aumentando, ya que el afectado quiere hacer todo para salvar su lugar de trabajo. Es entonces cuando la frustración y las tensiones empiezan a dirigirse hacia adentro, y ese es, por lo general, uno de los aspectos más importantes por los cuales surge una depresión”, explica el especialista.
Pérdida de vínculos y de identidad
En Alemania, una de las mayores cajas de seguro de salud, la AOK (Allgemeine Ortskrankenkasse), publica un informe anual de ausencias por enfermedad. Dicho estudio prueba que en los últimos años muchos ciudadanos alemanes fueron a trabajar a pesar de estar enfermos, algunos incluso desoyendo consejos médicos. Como motivo, adujeron miedo: miedo a perder el empleo, miedo a los colegas o a la cantidad de trabajo que se acumularía si ellos no estuvieran presentes.
Este tipo de presión es peligroso, ya que puede provocar enfermedades graves y persistentes. Gerd Westermann, de la Sociedad para el Fomento de la Salud en Empresas, coopera con la AOK de Berlín. Según él, las condiciones laborales y las enfermedades psíquicas están íntimamente relacionadas: “Vemos un aumento dramático de dolencias depresivas, y eso es consecuencia de los procesos de reestructuración que se están realizando en casi todos los establecimientos.” Constantemente se reorganiza y se hacen cambios y nadie sabe ya adónde trabajará mañana. Junto con el estrés, la falta de reconocimiento es otro factor que enferma a los trabajadores.
El sociólogo estadounidense Richard Sennet comprobó que las relaciones laborales han cambiado totalmente, con graves resultados, tanto para las personas como para las empresas. “Estas modificaciones en la organización laboral en los últimos 15 años tienen como característica principal que los vínculos, las relaciones entre las personas se han debilitado. Los seres humanos han perdido su identidad, y se concentran ante todo en conexiones de corta duración. Se han convertido en camaleones. Hacen todo para aumentar su valor en el mercado, y dejan de orientarse hacia ganancias a largo plazo para hacerlo sólo hacia valores a corto plazo”, aclara el sociólogo.
Actuar y salir del rol de víctimas
Pero las personas dependen de relaciones estables y del respaldo de una red social, en eso los expertos están de acuerdo. La pérdida de este contexto abruma a muchos, y la discriminación tiene hasta efectos traumatizantes. El riesgo de enfermarse aumenta cuando los directivos transmiten a sus empleados sin más la presión a la que están sometidos a causa de las leyes de la competencia.
El Consejo de Ministros de la Unión Europea puso a las empresas ante la obligación de estructurar humanamente la organización del trabajo. Este objetivo, sin embargo, fracasa en muchas instituciones porque, o nadie está enterado de que existe, o nadie está dispuesto a llevarlo a cabo.
El número de enfermedades psíquicas aumentó en Alemania desde 1995 en cerca de un 80 por ciento, según el informe de la AOK. Muchos médicos diagnostican una “disfunción en la adaptación”. Detrás de estos términos se esconde casi siempre una enfermedad depresiva. “Se dice que alguien tiene una disfunción en el ajuste personal cuando no puede con las exigencias de su medio y desarrolla una enfermedad psicológica. Pero este diagnóstico parte de una visión unilateral”, subraya Reinhold Bianchi. “No se trata de que los seres humanos tengan que adaptarse, sino que el medio laboral debe armonizar con ellos para que puedan encajar en dicho medio. Si vemos que las personas dependen fundamentalmente de un medioambiente constructivo, socialmente hablando, nos encontramos hoy exactamente con lo contrario: la economía neoliberal y la política no corresponden con las necesidades básicas de los seres humanos”, sostiene.
Para superar la depresión, Reinhold Bianchi aconseja a sus pacientes a confrontarse activamente con las presiones laborales, y salir así de su rol de víctimas: “Lo importante es que uno se dé cuenta de que no es el único afectado. El intercambio con otros es importantísimo. Hay que buscar activamente ayuda y vínculos solidarios. El hecho de que los sindicatos tengan cada vez más miembros demuestra, según creo, que la gente vuelve a sentir claramente cuán importantes son los vínculos solidarios en tiempos de crisis”, concluye el psicoterapeuta.
Autora: Ulrike Mast-Kirchning/ Cristina Papaleo
Editora: Luna Bolívar Manaut