Caso Edathy: sólo un primer paso
19 de febrero de 2014Al final de la noche, silencio. Ninguna explicación, ninguna disculpa, ni siquiera el intento de dar una imagen de armonía. La reunión de los líderes de los partidos que conforman la coalición de Gobierno (CDU, CSU, SPD) terminó como estaba acordado: sin comentarios. Angela Merkel había intentado ya por la tarde limar las asperezas. Merkel quiere que la crisis acabe lo antes posible. No se cansó por eso de pronunciar la palabra “confianza”. También en los medios estuvo omnipresente. ¡Qué cierto! Cuán importante es una cosa se nota a menudo cuando ya no existe.
Eso es justamente lo que sucedió la semana pasada: los miembros de una coalición que acababa de comenzar con sus actividades pierden la confianza mutua, poniendo en riesgo así la labor de gobierno. La crisis política comenzó con un ministro del Interior que quiso evitarle problemas a un socio de coalición. En realidad logró todo lo contrario.
Los daños políticos son insoslayables
Que el caso Edathy haya tomado grandes dimensiones es, sin embargo, también culpa del SPD. Sigmar Gabriel, el presidente del SPD, no supo callarse la boca. Y otros aparentemente tampoco. La Justicia debe aclarar ahora si Edathy fue advertido de la investigación en su contra y por ello no fue encontrado en sus computadoras material ilegal alguno. Pero el daño político es insoslayable.
La acusación de la CDU de que el SPD tiene la culpa del desastre, porque fue el partido que hizo todo público, es comprensible. No obstante, también esas ansias de venganza contribuyeron a que el “caso Edathy” adquiriera las proporciones de crisis de Gobierno. Acabar con la crisis fue el objetivo declarado de Merkel al convocar la reunión tripartita. Es comprensible. La cuestión es, sin embargo, si para eso basta con una reunión.
Una reunión es demasiado poco
Probablemente no, porque el daño producido es muy grande. No obstante, fue correcto dar ese paso. El SPD debe decidir ahora qué otras medidas va a tomar. Sobre todo debe contribuir a aclarar cómo sucedió todo y no dar pie a la impresión de que “habló demasiado”. Otra opción es descubrir quién realizó las filtraciones, si las hubo, y prometer que no volverá a repetirse.
En todo caso es absolutamente necesario aclarar todo este embrollo. ¿Quién informó de qué a quién? ¿Quién actuó tontamente y quién lo hizo incorrectamente? Aclarar eso será en parte tarea de la Justicia. Independientemente de ello, es también una cuestión política.
Ahora deberá ocuparse del caso también el Bundestag (Parlamento federal). El SPD deberá realizar su aporte para acabar con la crisis. Los conservadores deberán separar su encono contra el SPD del trabajo político cotidiano. Y la oposición –como parte no involucrada– deberá ayudar a que no sean mezclado hechos con emociones. Terminar con este affaire está ahora en manos de todos los involucrados. Fácil no será. Es mucho más sencillo hacer añicos la confianza que recomponerla.