Crisis de gobierno en Italia
21 de febrero de 2007Las crisis de gobierno parecen ser un mal endémico de la política italiana, aunque en los últimos tiempos hayan sido menos frecuentes de lo que antaño acostumbraban. De hecho, algunos consideraban ya una hazaña que el primer ministro Romano Prodi hubiera logrado mantenerse nueve meses, pese a tener una escuálida mayoría de sólo un voto en el Senado y a sustentarse en una coalición tan variopinta como la suya, que incluye desde cristianodemócratas hasta verdes y post-comunistas.
Polémica misión en Afganistán
Lo notable no es pues que Prodi haya caído ahora en una crisis tan fuerte como para precipitar su renuncia, sino la forma en que se produjo este terremoto político. La votación sobre la política exterior, en la que a la alianza gobernante le faltaron dos votos para conseguir los 160 necesarios, no tenía el carácter de una moción de confianza. Por lo tanto, el premier no estaba forzado a dimitir ante un fracaso. Sin embargo, el gobierno recurrió una vez más al recurso de amenazar con la renuncia, para tratar de forzar el respaldo solicitado. Pero, en esta ocasión, la táctica no le dio resultado.
En este caso estaban sobre el tapete dos asuntos candentes en Italia: el futuro de la misión itálica en Afganistán y la ampliación de la base militar estadounidense existente en Vicenza, contra la que miles de italianos se manifestaron en los días pasados. En ambos casos, el ala pacifista de la coalición de Prodi (y en especial los post-comunistas) acusó a las autoridades de Roma de doblegarse a los deseos de Estados Unidos y la OTAN. Más aún: desde hace tiempo venía exigiendo un plan para retirar a los aproximadamente 190 mil soldados italianos que hoy en día cumplen servicio en Afganistán. De nada sirvió que el gobierno ofreciera orientar su misión hacia tareas de reconstrucción, ni las súplicas de apoyo.
Consecuencias inciertas
A primera vista, la crisis tiene un carácter meramente formal, ya que el presidente italiano, Giorgio Napolitano, ha pedido a Prodi continuar en funciones hasta encontrar una solución. Sin embargo, el problema de fondo no será fácil de resolver. El primer ministro difícilmente podrá gobernar a la larga con una coalición tan heterogénea, si no consigue de sus socios un compromiso sólido para su línea política. Y eso incluye también la política exterior.
A partir de este jueves, Roma vuelve a ser pues escenario de consultas y negociaciones entre los partidos. Quizá Prodi cuente con que esta crisis sirva de escarmiento a sus aliados y ayude a mantenerlos en vereda. Pero el resultado del episodio aún no se decanta y, sin lugar a dudas, el opositor bloque de Silvio Berlusconi intentará sacar provecho de la situación y ya se frota las manos, pensando en un retorno al poder.