Donación de órganos: una cuestión vital
4 de junio de 2007Un programa en la televisión holandesa, en el cual tres pacientes terminales pedían ante las cámaras la donación de un riñón para prolongar su existencia puso en vilo a la nación y colocó el tema sobre la mesa. Estos enfermos, se supo al final del programa, no eran más que actores. Sin embargo, atizaron la discusión, también en Alemania.
"Cuando me muera, ¿quiero que me entierren con todos mis órganos?, ¿quiero donarlos? o no lo sé": detrás de este cuestionamiento se encuentran concepciones religiosas y éticas que, como tema de vida o muerte, atañen a todos y son de difícil solución.
15 donantes declarados hay en Alemania por cada millón de habitantes; al mismo tiempo, 12.000 personas esperan por un corazón, un riñón o un hígado a veces muchos años. No es raro que durante la espera, se les vaya, textualmente, la vida.
Así, el Consejo Alemán de Ética -un órgano gubernamental formado por especialistas en los ramos de las biociencias y diversas ciencias sociales- se declaró esta semana a favor de que para los casos en que no exista un deseo expreso del agonizante, siempre sea permitido utilizar sus órganos con el fin de que otro siga viviendo.
Sólo con voluntad expresa
Este sensible tema se regula en Alemania, Gran Bretaña, Dinamarca, Holanda y Grecia por "voluntad expresa ampliada", lo que significa que cada persona tiene que haber declarado en vida si está dispuesta a donar. En la versión ampliada, en caso de no haber voluntad expresa, la familia puede decidir. "Sólo al que en vida haya dado autorización para ello se le pueden quitar sus órganos", declara la ministra alemana de Salud, Ulla Schmidt, en franco desacuerdo con la recomendación del Consejo.
Para ser aprovechable para un transplante, el órgano tiene que estar aún irrigado; por ello, se puede extraer del cuerpo aún con vida pero cuando se ha determinado muerte cerebral. En el caso del corazón, la persona fallece inmediatamente después. A pesar de lo desagradable que resulta la idea de pasar los últimos momentos sobre esta tierra siendo un escaparate de órganos, según un eurobarómetro, el 56% de la población europea estaría dispuesto a ello. Sin embargo, sólo un 12% lo hace realmente. La falta de información sería una de las causas de esto último.
Sin voluntad expresa o a pesar de ella
Un agonizante puede ser fuente de órganos siempre y cuando no se haya expresado en contra: ésta es la regulación que rige en España, por ejemplo, país europeo con el mayor número de donantes. En su versión ampliada, un familiar puede permitir la donación aún en contra de la voluntad del agonizante. Así regulan el tema Bélgica, Finlandia, Italia, Francia, Suecia y Chipre.
Informar mejor a la población es según la ministra Schmidt el camino para aumentar el número de donaciones y poder salvar más vidas. Una declaración obligatoria inscrita en la tarjeta de salud es el recurso que proponen otros. Que la regulación que vale para España, valga para todos los países europeos, sugieren los de más allá. Una estandarización de las normativas a nivel europeo propone, por su parte, el comisario europeo de Salud, Markos Kyprianou.
En todo caso, mientras se regulan las directivas, esta pregunta tan personal queda en el aire. Y en caso de saber la respuesta, lo más recomendable es expresarla.