¿Dónde está Rodolfo Cázares?
25 de julio de 2012Podría ser el guión de una película, si no fuera porque se trata de un suceso tan terrible como real. Los ingredientes de esta historia incluyen droga, violencia, confusión de identidades y secuestro, pero también esperanza y amor. Por la vida y por la música. Rodolfo Cázares llevaba una tranquila vida como Kapellmeister (maestro de capilla) de la orquesta del teatro de Bremerhaven, en Alemania, cuando en julio de 2011 fue de visita a México, su país natal, junto a Ludivine, su esposa.
Una noche, unos hombres armados y con atuendo militar irrumpieron en la casa familiar del músico. Querían dinero, móviles, tarjetas bancarias. Después, obligaron bajo amenazas a las 18 personas que dormían en la casa a acompañar a los secuestradores. Luego de tres días de encierro, liberaron a las mujeres y los niños, pero seis de los hombres de la familia quedaron en poder de los raptores. Entre ellos, el director de orquesta Rodolfo Cázares.
Un año sin saber nada del “Kappellmeister”
Los músicos de la orquesta de la ciudad de Bremerhaven reaccionaron con estupor ante la noticia. “Tuvieron una sensación de irrealidad, no es algo fácil de entender”, dice Ludivine Cázares, la esposa del músico. “Fue algo muy fuerte para todo el teatro y lo primero que pensaron fue cómo lo podían ayudar. Siempre se mostraron muy afectados y muy solidarios”. Roland Heermann, que toca el trombón bajo en la orquesta, corrobora sus palabras: “Cuando lo supimos, nos pareció imposible”, relata. “Hemos llevado a cabo campañas de donativos para apoyar económicamente a su esposa. Además, quisimos dar conciertos para dar visibilidad pública al suceso, pero su familia no quiso publicidad, porque temían por la vida de los secuestrados.”
La orquesta se puso en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores alemán, con Bernd Neumann, ministro de cultura alemán, con la Embajada de México en Berlín, con la Embajada de Alemania en México y con las autoridades municipales de Bremerhaven. “Como en diciembre de 2011 no habíamos logrado resultado alguno, los trabajadores del teatro decidimos dar publicidad al caso para tratar de conseguir su liberación. Hasta ahora, desgraciadamente, sin éxito”, concluye Heermann.
Esfuerzos diplomáticos de Francia
En Alemania siempre encontraron comprensión, pero poco podía hacerse al tratarse de un ciudadano de México retenido en aquel territorio. Por otra parte, Ludivine no consigue explicaciones por parte de las autoridades mexicanas ni un compromiso serio para emprender acciones para su liberación.
Francia es el país natal de Ludivine Cázares y, desde hace unos meses, también el de adopción de Rodolfo. La esposa del secuestrado confía en que la diplomacia de este país logre más de lo que ella y los músicos de Bremerhaven no han conseguido hasta el momento. “Rodolfo es ciudadano francés, el consulado puede intervenir de manera oficial con las autoridades mexicanas", señala Ludivine. “Los esfuerzos de Francia avanzan de manera muy diplomática y muy inteligente”, agrega.
Confusión de identidades
La esposa de Cázares recuerda la noche del secuestro como si fuera ayer. El matrimonio se encontraba en la casa familiar de Matamoros, al noreste del país, cuando todo ocurrió. “Además de dinero y tarjetas, preguntaron por “Rudy”, el homónimo de mi marido y de mi suegro, porque todos ellos se llaman Rodolfo”. Ludivine se refiere a un familiar de su esposo que pertenece a Los Zetas, organización rival del Cártel del Golfo, cuyos miembros son supuestamente autores del secuestro. “Rudy” Cázares ha sido detenido en los últimos meses por la policía estadounidense durante una redada en un casino de Texas.
“Al principio de todo yo estaba muy tranquila, porque sabía que nosotros éramos inocentes, no teníamos nada que ver con estas bandas”, dice Ludivine. “Se pagó un rescate de 25.000 dólares por los hombres que seguían retenidos, pero después se cortó la comunicación con los secuestradores y nunca supimos más de ellos.”
Ludivine no pierde la esperanza de volver a ver su marido con vida: “Yo creo que no les han hecho nada. Había mucha confusión entre los raptores. Hablaban con un lenguaje vulgar preguntándose unos a otros por qué habían retenido a mujeres y niños. Para nosotros quedó claro que, a sus ojos, éramos inocentes.”
Autora: María Santacecilia
Editor: Enrique López