Eduardo Noriega: “Hemos disfrutado mucho haciendo ‘El mal ajeno’”
15 de febrero de 2010No es la primera vez que Eduardo Noriega trabaja con Alejandro Amenábar: en 1996 encarnó ya al protagonista de Tesis y en 1997 al de Abre los ojos. En El mal ajeno, ambos vuelven a encontrarse. El actor español asume otra vez el rol principal- el de un médico llamado Diego-, el segundo le deja en esta ocasión las tareas directivas a Óskar Santos y ejerce de productor.
También Belén Rueda tiene un papel El mal ajeno. Catapultada su carrera como actriz tras rodar El orfanato, película en la que interpreta a la protagonista, Laura, se mete ahora en la piel de Isabel, una mujer sumida en el dolor general del film que busca, como los restantes personajes, una salida.
DW: Eduardo, con no poca frecuencia lo hemos visto en el papel de malo, ¿cómo ha sido convertirse ahora en bueno, y no en un bueno cualquiera, sino en una especie de sanador?
Eduardo Noriega: Yo creo que cada actor dispone de un abanico relativamente amplio de colores y, dentro de la paleta a la que podemos acceder, nos gusta movernos de un lugar a otro. Sería aburridísimo hacer sólo personajes buenos y sanadores, y sería aburridísimo hacer sólo de malo malísimo. Lo que buscamos son personajes contradictorios, que pueden tener un lado salvaje, oscuro, pero que al mismo tiempo ellos no se consideren malvados, o al revés.
Diego es, desde luego, un personaje complejo…
Eduardo Noriega: Sí, es un personaje bien complejo- parte de una insensibilización ante el dolor ajeno y hace todo un recorrido hacia el lado opuesto, hacia sensibilizarse de tal manera con la gente que le rodea que es capaz de dar su vida por sus seres queridos. Era un reto de personaje, y en la dificultad está muchas veces el interés: si yo leo un guión y digo ‘este personaje lo hago fácilmente’, estoy seguro de que el resultado no es interesante. Pero si leo un guión y me digo ‘¡qué miedo!’- ahí empieza el trabajo fructuoso.
Belén Rueda: Eso que dice Eduardo es curioso porque, cuando a mí me preguntan que cómo elijo guiones, siempre contesto que dependiendo del miedo que me den. Si cuando has terminado de leer un guión te entra una especie de pánico, ese pensar ‘si hago esto, lo tendré que hacer bien’, es una buena señal.
Entonces, debe haber pasado mucho miedo en estos últimos años…
Belén Rueda: Sí, es una gran responsabilidad. Te dices: ‘si digo que sí a esto, tendré que estar a la altura’.
¿Cómo han hecho para preparar los papeles de Diego e Isabel?
Belén Rueda: Mi personaje es una alcohólica y estuve en contacto con un grupo de mujeres de Alcohólicos Anónimos que me contaron sus experiencias. Yo creo que, aunque intentes buscar en tu baúl de la memoria ciertas emociones o sensaciones parecidas, siempre es mucho más rico si hablas con personas que han pasado realmente por esa situación. Fue una experiencia muy importante. Cada día venían a nuestros encuentros con un estado de ánimo diferente- algunas estaban en proceso de haberlo dejado hacía un año, otras hacía poco, otras de repente no aparecían porque habían tenido una recaída…
Yo no bebo alcohol- no he bebido nunca. En mi primera reunión con ellas una me dijo ‘yo no me fío de nadie que nunca haya cogido una borrachera’, así que empezábamos bien [risas]. Pero fueron muy abiertas. Y eso es muy importante porque, en realidad, te estás metiendo en su piel. A los actores nos pasa que nos tenemos que meter en la vida de otros de una manera un poco impúdica.
Eduardo Noriega: Yo tuve la suerte de ensayar mucho con Óskar Santos, el director. Primero sólo con él, luego se fueron incorporando uno a uno los otros actores, luego hicimos un ensayo general- algo inédito para mí, nunca lo había vivido haciendo una película. Todos asistíamos a los ensayos de los otros, lo que es buenísimo para saber lo que está pasando en otras partes de la película. Tuve un profesor de teatro. Y, por supuesto, me preparé en hospitales, con médicos: pasaba consulta, asistía a intervenciones quirúrgicas o a partos- hacía completamente vida de anestesista.
Así que durante semanas, durante meses, estás metido en el personaje. Y no necesariamente con escenas de la película, sino con secuencias imaginarias, a veces improvisábamos y de las improvisaciones el director rescataba cosas ‘esto lo quiero en la película, esto no’. Ha sido un proceso muy placentero, muy creativo, pudimos sentir que como actores estábamos realizando una aportación artística a la película. Hemos disfrutado mucho.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editor: Emilia Rojas Sasse