El fin de la gordura
8 de enero de 2010Hay células de grasa marrones y células de grasa blancas. Las primeras transforman los alimentos directamente en calor; las segundas en más células de grasa, que a menudo terminan en adiposidad.
Si se hallara un método para inhibir las funciones de las células de grasa blanca, se impediría la formación de excesivos depósitos adiposos, o sea, de la gordura. Eso fue lo que se dijeron científicos del Instituto de Biotecnología Molecular de la Universidad de Viena (IMBA). Y pusieron manos a la obra.
Esbeltos y sanos
Luego de analizar 500 genes que intervienen en el metabolismo de las grasas, identificaron uno cuya actividad se registra en animales adultos sólo en el tejido adiposo: el hedgehog. El hedgehog es en realidad un viejo conocido, ya que se trata de uno de los reguladores claves del desarrollo animal, desde la mosca hasta el ser humano.
El paso posterior fue constatar si el hedgehog limitaba sólo la actividad de las células de grasa blancas o también la de las marrones. Para ello, los investigadores recurrieron a ratones, un mamífero con muchas similitudes funcionales con el ser humano.
Los científicos lograron desactivar en los ratones otro gen, el sufu, que a su vez frena al hedgehog. El efecto de la manipulación fue fulminante: los ratones con el hedgehog sin freno crecieron sorprendentemente esbeltos y al mismo tiempo permanecieron completamente sanos.
Buenas grasas, malas grasas
Para visualizar la distribución de la grasa, los investigadores analizaron luego los animales con un tomógrafo de resonancia magnética. El sorprendente resultado: los ratones flacos prácticamente no tenían tejido adiposo blanco, pero las células de grasa marrones se habían desarrollado en forma normal.
Para Andrew Pospisilik, que dirige el proyecto junto con Harald Esterbauer, el descubrimiento es toda una sensación: “Casi todos los reguladores de grasa hallados hasta ahora influyen tanto sobre la grasa marrón como sobre la blanca. El hegdehog es una de las primeras moléculas que reduce específicamente sólo la grasa blanca”.
Estos conocimientos pueden contribuir decisivamente al desarrollo de un medicamento para personas con sobrepeso u obesas, pero sin producir ninguna modificación genética, dijo una portavoz del IMBA Hurtl en Viena. Poder convertir la energía contenida en los alimentos sólo en calor corporal en lugar de depósitos de grasa sería, en efecto, toda una revolución.
Autor: Pablo Kummetz
Editora: Emilia Rojas Sasse