El fin del ornamento: Gropius y la Bauhaus
1 de abril de 2009Su nombre es sinónimo de oposición a las tradiciones en la construcción y el diseño. Si eso tuvo que ver con el hecho de que proviene de una familia de arquitectos, no se sabe. Lo cierto es que nació en Berlín en 1883, y su padre, Walther Gropius, era asesor en construcciones. Su tío abuelo fue Martin Gropius, alumno de Karl Friedrich Schinkel, quien diseñó el museo que lleva su nombre.
El nombre de Gropius se asocia ante todo con la creación de la Bauhaus en 1919. Pero ya mucho antes de su época Bauhaus, Gropius marcó hitos en el arte de la construcción. Si Gropius viviera hoy, sería un “arquitecto estrella”.
Trabajo en equipo, nada de divas
Gropius odiaba el culto a las estrellas. Ya antes de fundar la Bauhaus en Weimar, formaba parte de un grupo de arquitectos rebeldes que exigía la “desaparición de la personalidad” del artista. Su lema era el trabajo en equipo, y lo puso en práctica a partir de 1919 en la Bauhaus, que fue para él un laboratorio intelectual en el que maestros y alumnos aprendían unos de otros. La base del trabajo era el análisis exacto de fenómenos visuales. “Si tengo una pared amarilla, ésta viene hacia mí”, constataba Gropius. “Si es azul oscuro, retrocede. Todos estos hechos, que no tienen nada que ver con la fisiología, sino con la psicología, los hemos estudiado sistemáticamente”.
El sueño de la obra de arte conjunta
El objetivo era que, inspirados por el espíritu de la investigación y la experimentación, representantes de diversas disciplinas crearan prácticamente todo, desde un edificio hasta un plato. Esto tenía que ver con un impulso utópico y el deseo de crear un nuevo estilo de vida, además de las experiencias de la Primera Guerra Mundial, que el mismo Gropius vivió en el frente de batalla como una “catástrofe de la historia mundial”. Vio que el tiempo de un nuevo comienzo se acercaba, y su ambicioso objetivo era lograr la “construcción del futuro” como obra conjunta.
Hechizado por la femme fatale
También su vida estuvo teñida por su obra. Un rol central tuvo Alma Mahler, que no sólo fue la esposa del compositor Gustav Mahler, sino también la musa de artistas como Alexander Zemlinsky, Oskar Kokoschka, Franz Werfel y muchos otros. Gropius se casó con ella luego de la muerte de Mahler y tuvieron una hija, Manon, que murió a los 18 años. A ella le dedicó el compositor Alban Berg su obra para violín “A la memoria de un ángel”. Ya entonces Gropius se había divorciado. Con la librera Ilse Frank estuvo casado en segundas nupcias hasta su muerte.
Liviandad de acero y vidrio
Ocho años antes de la fundación de la Bauhaus, en 1911, Gropius logró un ejemplo revolucionario de la “Nueva Arquitectura”. Con su colega Adolf Meyer creó la Fábrica Fagus (Fagus-Werk) en Alfeld, Baja Sajonia, con claras formas cubistas y construcciones transparentes de acero y vidrio que le dan al edificio una liviandad hasta entonces nunca vista. Hoy es patrimonio cultural de la humanidad.
El trabajo de Gropius era mal visto por el régimen nacionalsocialista, que ordenó cerrar la Bauhaus, a la que Gropius ya había abandonado en 1928. Emigró primero a Inglaterra y luego a los EE.UU., donde fundó en 1946 la “Cooperativa de arquitectos”, en la que pudo concretar su ideal de trabajo en equipo, así como lo había hecho tres décadas antes en la Bauhaus.
Construir de Berlín a Bagdad
No todo lo que construyó Gropius se convirtió en un éxito. En Berlín creó todo un barrio que lleva su nombre: la Gropiusstadt (“ciudad de Gropius”), un generoso complejo habitacional lleno de luz, aire y verde. A causa de errores en la administración se generaron allí fenómenos sociales problemáticos. Pero Gropius dejó huellas también en otros lugares de la ciudad de Berlín, como por ejemplo en la urbanización Hansaviertel, que se convirtió en la meca del turismo arquitectónico. Allí su aporte fue un elegante bloque de edificios de nueve pisos con forma de arco. Quien quiera ver la obra completa de Gropius no debe viajar sólo a Berlín, sino también a Atenas, a Londres y a Nueva York, o a Bagdad, o a Boston, donde murió en 1969.
Autora: Aya Bach
Editor: Pablo Kummetz