En el reino de Harry Potter
2 de junio de 2004Hay que reconocer que la tarea de Alfonso Cuarón había subido en grado de dificultad: no sólo se trataba de filmar un libro de la serie que ha batido todos los récords de ventas, sino de igualar el éxito de las dos películas anteriores del aprendiz de brujo Harry Potter. La comunidad de fans alemanes se prepara para revivir la Pottermanía a partir del jueves a las 00:00. La tercera película de Harry Potter, El prisionero de Azkaban, se estrenó el fin de semana en Reino Unido rompiendo todos los récords de taquilla al recaudar 7,56 millones de euros en su primer día de funciones. Esta vez, el quinceañero Daniel Radcliff encarna a un Harry que a sus trece años tiene que encarar sus propios miedos y a los tenebrosos dementores.
Los horrorosos dementores
Aunque jamás un director de cine logrará cumplir todas las expectativas del lector más imaginativo, la figura de estos seres tenebrosos guardianes de la terrible cárcel de Azkaban, que se alimentan de la felicidad de sus cautivos y cuyo beso significa la muerte, impone su impronta helada y terrorífica. El director mexicano Alfonso Cuarón –que consolidara su fama con Y tu mamá también nominado para un Oscar como mejor guión en 2003- quiso que los temibles seres oscuros se diferenciasen muy bien de todos los otros seres mágicos de la historia. El proceso su creación empezó con experimentos en cámara lenta y bajo agua de los cuales, aunque no pudieron ser utilizados así durante el rodaje, extrajo el director la idea de incorporeidad. "Creamos monstruos verdaderamente horrorosos", declara orgulloso el director. Y tiene razón, menores de 12 años pueden entrar a verla sólo en compañía de sus padres.
La difícil elegancia del hipogrifo
El expectador casi no puede imaginar que la elegante venia del hipogrifo –la criatura fantástica mitad caballo, mitad águila que está al cuidado del gigante Rubeus Hagrid (Robbie Coltrane) haya sido una de las tareas más difíciles de acometer: meses de investigación e incontables bocetos fueron necesarios para que la criatura que al final salva al que hasta entonces villano Sirius Black (Gary Oldman) del beso del dementor poseyese "elegancia real en las secuencias de vuelo y una cierta torpeza y ansiedad sobre la tierra", explica Cuarón. Un desafío parecido presentó la conversión del amable Profesor Lupin (David Thewlis) en un hombre lobo. "En la historia del cine ha habido muchos hombres lobo, pero nosotros queríamos lograr uno original", explica Alfonso Cuarón. El hombre lobo sin pelos es una mezcla de efectos reales con efectos computarizados que no deja ver las costuras.
El mito de Potter
No son pocos los cines en diversas ciudades alemanas que estrenan El Prisionero de Azkaban presentando primero las dos primeras películas. Muchas funciones están ya totalmente vendidas. Es tanto el éxito de Harry Potter que teólogos y académicos se ocupan de este mito moderno. La fascinación que ejercen las historias del aprendiz de mago en su lucha contra el mal es visto por algunos críticos como un sucedáneo de religión. Como fuere, eso fue precisamente lo que convenció a Cuarón de hacerse cargo del proyecto, a pesar de que hasta ese momento no había tenido ningún roce con la mitología de Hogwarts.
"Aunque en primera instancia se trata de una historia fantástica con criaturas fabulosas, me interesaron sobre todo los temas que allí se tratan y que son muy actuales", explica el director añadiendo, "se trata de volverse adulto, de identidad, amistad y la falta de cariño familiar. También de origen social, diferencias de clases y racismo –cosas que le importan a todo el mundo". En su trabajo con estos jóvenes actores, Cuarón centra su atención en el desarrollo emocional del adolescente, en sus luchas internas con los demonios interiores. Que Harry Potter, Ron Weasley y Hermine Granger tengan ya dos películas en su haber, le ha facilitado el trabajo, explica Cuarón, "pues ya están maduros y se puede trabajar con los sentimientos". Paradójicamente, en un mundo maravillosamente mágico y tenebroso precisamente es ése el campo menos logrado: la representación del mundo emocional de Harry y sus amigos no llega a ser convincente. Aunque con seguridad, sus febriles adeptas se lo pasarán por alto.