La economía china continúa engripada. Tras el fin de las restricciones de la política "COVID Cero”, todos auguraban un despegue del gigante asiático, pero lo cierto es que las cifras actuales distan mucho de las prepandémicas. El crecimiento se ha reducido a la mitad, el sector inmobiliario chino atraviesa su peor crisis, la población merma por segundo año consecutivo y las exportaciones van en declive a causa de una guerra arancelaria que, lejos de solucionarse, podría incluso empeorar si Donald Trump gana las próximas elecciones en Estados Unidos. El panorama económico es sombrío para el gigante asiático y el Gobierno se enfrenta a un gran dilema: liberalizar su economía para atraer inversión extranjera o seguir con el intervencionismo para preservar la estabilidad.