Gas líquido: la energía del futuro
31 de marzo de 2006
El ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, ha visitado hoy la construcción de la primera central europea para transformar el gas natural en producto líquido. La planta se encuentra en la isla de Melkoya, en Noruega, cerca de la ciudad más septentrional del mundo y a unos 600 km al norte del círculo polar.
En el proyecto participa el consorcio alemán "Linde", y con el encuentro entre Steinmeier y su homólogo noruego, Jonas Gahr Støres, queda sellada una colaboración que ambos países esperan les repercuta muy positivamente. Al fin y al cabo, Noruega es después de Rusia el principal proveedor de gas y petróleo de Alemania, y Alemania el comprador más importante de energía noruega.
¿Por qué convertir el gas en fluido?
En estado líquido, el gas natural tiene la gran ventaja de poder ser transportado de un país a otro sin necesidad de gaseoducto. En barriles y sobre un barco, llega a cualquier parte del globo. Cuantos menos países se vean implicados en la exportación, menores serán los costes y los encontronazos diplomáticos.
La construcción de la planta va a costar 2.500 millones de euros, pero el rendimiento de la inversión está asegurado. Se cree que el mar polar de Noruega esconde un cuarto de las reservas de gas natural del planeta y, según los expertos, tiene potencial para convertirse en una de las fuentes energéticas más importantes del mundo.
Por otra parte, el comercio con gas fluido no es nada extraordinario. Ya se practica en alrededor del 25% de las transacciones de gas natural y está visto como la forma de exportación del futuro. Noruega y su nueva planta, que comenzará según las predicciones a suministrar energía a Europa y Estados Unidos a partir de 2007, reúnen todos los requisitos para que Alemania se interese por depositar su capital en ellos.
Una cuestión política
La repercusión de todo lo que se relaciona con la energía siempre va más allá de una cuestión económica para adentrarse sin remilgos en la vida política. En palabras del mismo Steinmeier, la escasez de las fuentes de energía hacen que la "seguridad energética" determine las "políticas exteriores y de seguridad".
La fábrica noruega no eliminará de un plumazo el problema de la escasez, pero facilita el trasporte del gas, lo cual ya es un paso en la dirección de evitar controversias. El gas que procede de Rusia llega a Alemania completamente a través de gaseoductos. La construcción de una de estas "Pipeline" enemistó a Alemania y a Polonia durante el mandato del canciller Gerhard Schröder, y para evitar las exigencias polacas el gaseoducto acabó circulado por debajo del mar báltico.
Ahora muchos se preguntan qué sentido tenía el proyecto del gaseoducto báltico, a parte de servir de imagen a las buenas relaciones entre Schröder y el primer ministro ruso, Wladimir Putin. Los intereses energéticos apuntan hacia otro lugar, pero quizás no lo hacían los políticos. Un debate que regresa justo cuando Schröder comienza oficialmente a trabajar para NEGP Company, un consorcio energético que el ex canciller y su colega Putin contribuyeron personalmente a fundar y está dominado a medias por la empresa estatal rusa Gasprom y las alemanas BASF y E.on.
Ayer se hacía público que Schröder cobrará 250.000 euros al año por su labor en la directiva de NEGPC, un empleo que aceptó al abandonar la cancillería y que ya le propició muchas críticas.