Gordon Brown perfila cambio progresivo para Inglaterra

Por momentos, el discurso parecía venir de un opositor que tomaba en sus manos las riendas de un gobierno antagonista. Gordon Brown, flamante líder del laborismo, hablaba de "la responsabilidad de cambiar a nuestro país", y de las "nuevas prioridades" que habrán de guiar a su partido y al gobierno que, a partir del próximo miércoles, encabezará.

Pero no. Se trató de un relevo partidista, que se traducirá en gubernamental, entre un dirigente conocido y carismático y otro que en muchos sentidos es un enigma.

Catálogo interno

Brown atacó cada uno de los puntos en la agenda política de su país; desde la demanda de establecer "un mejor balance entre el trabajo y la familia", hasta lograr "mejores oportunidades para los jóvenes a través de la educación", o tomar nuevas acciones contra las drogas y los "comportamientos antisociales". En dos palabras, el "cambio progresivo".

El nuevo líder laborista no escatimó promesas. Dijo que Inglaterra vivirá "la mayor expansión en oferta educativa que este país haya visto jamás". También ofreció crear, mediante un programa de vivienda, las condiciones para que las familias británicas puedan poseer un hogar propio "para habitar o para rentar".

Éstas, y otras intenciones, persiguen un propósito claro: crear, y rápido, un perfil propio una vez finalizada la era de Tony Blair.

Brown también aprovechó para dar a conocer algunas reformas dentro del propio partido y, si tiene éxito, a nivel de las estructuras nacionales. Anunció que en adelante, el segundo puesto en la dirigencia laborista será definido por los propios miembros, en votación.

A nivel nacional, dijo que promoverá un nuevo "acuerdo constitucional" consistente en "dar mayor poder al Parlamento, y tanto el gobierno como el Parlamento dar mayor poder al pueblo".

Más allá, dijo, "se someterán a votación parlamentaria todas las grandes decisiones de nuestro tiempo, incluyendo aquellas en las que está implicada la paz o la guerra."

Contradicciones sobre Irak

Aquí, Brown entró en uno de los temas que más interesaban desde la perspectiva internacional: ¿habría, o no, un cambio radical en la política exterior de la Gran Bretaña respecto de las misiones de ese país en Irak y Afganistán?

El nuevo líder laborista dio señales encontradas. Por una parte, dijo que Inglaterra "cumplirá con sus compromisos internacionales", y tomará "decisiones difíciles para asegurar a largo plazo la defensa y seguridad de nuestro país".

Por otra, agregó que "la tarea de aislar y derrotar al terrorismo extremista implica más que la fuerza militar". En cambio, fue mucho más específico al mencionar que para el Cercano Oriente apoyará una "solución binacional, que proteja a seguridad de Israel y el deseo legítimo de un Estado palestino."

A la pesca de electores

En algunos párrafos, Gordon Brown rozó la frontera con un discurso conservador. Dijo, por ejemplo, que una de sus tareas será "salvaguardar el estilo de vida británico", y que los inmigrantes -a los que no mencionó- "deben aprender inglés, así como aportar y respetar a la cultura que juntos formamos todos los días. No sólo la mayoría que trabaja duro, sino todos, debemos respetar las reglas del juego".

De modo igualmente sintomático, solamente mencionó a la Unión Europea en una ocasión, y de modo tangencial. Dijo que Inglaterra trabajará con el bloque, "junto a Estados Unidos y el resto del mundo", en los temas del calentamiento global y la "respuesta multilateral a los retos en materia de seguridad".

A partir de lo dicho por Brown, se colige que prestará mucha atención y esfuerzo en posicionar a su partido -y a su gobierno- en la política interna, sacudiéndose así el principal lastre dejado por Blair: la guerra de Irak.

Además, que el nuevo líder laborista intentará descollar en lo interno sin hacer demasiado énfasis rupturista. Finalmente, el deseo de reforma no llegará al extremo de abrazar, por lo menos en público, una integración más intensa de su país a la Unión Europea.