Inseminación artificial: el Papa uno, Italia cero
13 de junio de 2005
La ingerencia del Vaticano en la decisión interna de la política italiana es tan inédita como sorprendente, por no decir preocupante. Aunque los analistas nunca podrán comprobar cuántos electores siguieron, realmente, la advertencia del Papa Benedicto XVI de abstenerse de votar para hacer fracasar la propuesta de liberalización de la ley de inseminación artificial, la influencia del Vaticano en el negativo resultado es evidente.
El llamado de Ratzinger a boicotear la consulta popular fue un éxito, para el Vaticano, más no para los italianos que desean una modernización de la legislación italiana.
Menos del 30% de los cerca de 50 millones de ciudadanos italianos con derecho a sufragar dieron su voto, dice un comunicado del ministerio de Asuntos Interiores. Con lo que no se alcanzó el quórum obligatorio de la mitad más uno.
La abstención es veneno
Observadores políticos están seguros de que la campaña emprendida por la iglesia católica contra la liberalización de la inseminación artificial provocó la masiva abstención que llevó al fracaso la propuesta legislativa.
En un debate cargado de fuertes emociones, y a pesar de masivas protestas contra la ingerencia de la iglesia católica, Benedicto XVI no tuvo reparo en inmiscuirse e incitar al boicót con el argumento de que se trataba de la "defensa a la vida humana antes del nacimiento", sobre la cuál, al parecer del pontifex y unos cuantos obispos, "no se debería votar".
El presidente a favor de votar
Consciente de que la abstención es uno de los más nocivos instrumentos contra el derecho de voto, no importa cuál sea el partido o el tema elegido, el presidente del Estado italiano, Carlo Azeglio Ciampi, expresó su descontento y se dirigió demostrativamente a las urnas.
La legislación italiana sobre inseminación artificial es un tema que divide a los políticos de todos los partidos y corrientes. Ni siquiera el partido de gobierno de Berlusconi puede hablar unísono sobre el tópico. El referendo pretendía eliminar las severas restricciones sobre inseminación e investigación en embriones impuestas por el parlamento apenas en 2004.
¿Y ahora qué?
Como el referendo no logró la mayoría, las actuales leyes del gobierno conservador de Silvio Berlusconi quedan vigentes.
La llamada "ley bioética" sólo le permite la inseminación artificial a esposos heterosexuales. Tanto los óvulos como las células madre deben además, provenir de la misma pareja en cuestión y nunca de una tercera persona o un banco de semen.
Pero las restricciones no paran ahí. Dicha ley prohíbe incluso fecundar más de 3 células en el tubo de ensayo. Contra todo el avance de la tecnología y el deseo de muchos padres, la regulación romana impide también examinar las células para identificar posibles defectos genéticos. Amén de que la investigación frena la investigación en células madre, en Italia es prohibida la conservación de embriones.
El fracaso del referendo, fue una derrota para todos los italianos y, sobre todo, italianas que abogaban por el respeto de las decisiones individuales y un tratamiento de la bioética libre de dogmas políticos y religiosos.