La bomba de tiempo de la economía turca
22 de mayo de 2018Faltando cerca de un mes para las elecciones, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se encuentra bajo una fuerte presión, en buena medida debido a la situación económica. El país pudo exhibir un impresionante crecimiento del 7,4 por ciento el año pasado, pero muchos economistas dudan que estos números reflejen el estado real de la economía turca.
Aun cuando se dé crédito a las cifras oficiales, los problemas resultan evidentes. El desempleo es alto, sobre todo entre los jóvenes. Por otro lado, "parte considerable del crecimiento se basa en el consumo interno”, señala Erdal Yalcin, profesor de relaciones económicas internacionales de la universidad de Constanza. Ello incluye tanto los grandes proyectos estatales de obras públicas como los gastos de empresas y particulares; todo financiado con créditos.
En consecuencia, la lira turca ha perdido valor continuamente. Y eso es un verdadero problema para un país que importa más de lo que exporta. La tasa de inflación se eleva en la actualidad a ceca de un 11 por ciento, duplicando la meta trazada por el banco central.
El origen de los males
El banco central debería en realidad subir los intereses, para frenar la caída de la moneda. "Turquía necesita capital extranjero para mantener el crecimiento basado en el consumo. Pero la confianza de los inversionistas se desvanece. Es una bomba de tiempo”, afirma Yalcin.
El banco central no solo vacila en elevar los intereses, sino que incluso recibe presiones de Erdogan para que los baje. Según el presidente turco, los altos intereses son el origen de todos los males. Por eso dijo esta semana a Bloomberg TV que, si gana los comicios, aumentará el control sobre el banco central.
Con ello apunta a tranquilizar a las empresas y familias endeudadas, pero envía un mensaje desastroso a los mercados de capitales. La lira siguió cayendo. Y esto pone en aprietos especialmente a las grandes empresas que se han endeudado en monedas extranjeras. Pero también las empresas más pequeñas y los hogares se ven afectados, porque una moneda nacional débil fomenta la inflación en un país dependiente de las importaciones.
Solvencia en duda
También los intereses de los bonos estatales turcos han subido a niveles récord. Eso refleja que los inversionistas ya no están dispuestos a seguir prestando dinero al país en las mismas condiciones que hasta ahora. La agencia de rating S&P rebajó la calificación de Turquía a "BB-”. Moody's ya la había rebajado en marzo.
Todo eso deja poco margen de maniobra al Estado, las empresas y la ciudadanía. El presidente reacciona, como ocurre con frecuencia, arremetiendo contra todos para ganar puntos en el ámbito político interno. No es nada nuevo. Pero esta vez puede haber problemas mayores, según el economista Yalcin: "Si la lira turca se sigue devaluando, el capital extranjero podría abandonar el país en estampida".
A su juicio, eso es algo que Erdogan no podría controla ni siquiera mediante controles del flujo de capital. Por eso, estima que se aproximan días difíciles para Turquía. Vaticina que se producirán insolvencias y bancarrotas a nivel de empresas y particulares "porque una política basada en el endeudamiento no puede funcionar a la larga”.
Independientemente del resultado de las elecciones, las perspectivas son complejas. "Un problema central es sin duda la inseguridad”, señala Yalcin. Las tensiones entre Turquía y la Unión Europea ponen nerviosos a los inversionistas, que se preguntan qué derrotero tomará el país con un presidente que gobierna en forma cada vez más autocrática.
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