“La guerra lo hace todo más difícil”
12 de agosto de 2008Dieter Boden conoce bien los conflictos del sur del Cáucaso: entre 1995 y 1996 dirigió en Georgia una misión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), después viajó a Abjazia como enviado especial de Naciones Unidas y entre 1999 y 2002 estuvo, de nuevo en la república caucásica, al mando de un grupo de observadores de la ONU.
DW-WORLD quiso saber cómo ve alguien con tan amplia perspectiva los últimos acontecimientos en la zona.
Usted trabajó durante años en Georgia como mediador de la OSCE. Ahora, el conflicto en torno a las provincias secesionistas Osetia del Sur y Abjazia recobra nueva vida. ¿Le ha sorprendido?
Dieter Boden: No creo que aquí se haya sorprendido nadie. La situación llevaba años empeorando, en 2004 se estancaron las negociaciones y desde entonces las dos partes se han estado armando… hasta desencadenar una guerra…
La guerra empezó por la decisión de Georgia de “reconquistar” Osetia del Sur, ¿por qué cree usted que el país apostó por el enfrentamiento directo?
Aún no está claro quién disparó primero. Si se permite que la tensión escale, la situación se vuele impredecible. Se puede especular sobre por qué ha empezado la guerra ahora y no en otro momento. Algunos políticos en el Gobierno georgiano llevaban mucho tiempo presionando en esa dirección. A lo mejor creyeron que a la sombra de los Juegos Olímpicos sería más fácil. Pero también entre los rusos sobran los agitadores.
Usted dirigió la misión de observadores de Naciones Unidas en Georgia. ¿Por qué han fracasado hasta ahora todas las negociaciones?
Han fracasado porque las posturas no son conciliables: Georgia quiere reintegrar a las regiones secesionistas en el Estado, Osetia del Sur y Abjazia exigen independencia. Hubo negociaciones y, por ejemplo, se tomaron medidas para reestablecer la confianza y poner en marcha pequeños proyectos económicos, financiados por la Unión Europea. Pusimos las primeras piedras del camino que debía llevar a una solución del conflicto.
Pero a ambas partes les faltó la paciencia y la consecuencia necesarias en todo proceso de paz. Tampoco Rusia apoyó suficientemente estos esfuerzos. Y Occidente ha ignorado durante años el potencial de conflicto contenido en el sur del Cáucaso. En ese aspecto siempre me dio la impresión de que nuestro trabajo no gozaba en las capitales occidentales del apoyo que hubiera requerido.
Hace unas semanas, el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, viajó como intermediario a la región, ¿demasiado tarde?
Esos esfuerzos hay que saber valorarlos, pero llegaron demasiado tarde y en un momento en que las negociaciones se encontraban ya en punto muerto.
Si tuviera que hacer balance: ¿qué es lo que logró usted como diplomático en Georgia?
Yo estuve allí en un momento en el que se podía trabajar constructivamente en algunos proyectos, como el regreso de los refugiados a sus hogares. También desarrollamos conceptos de regulación del conflicto que todavía hoy siguen siendo válidos. Lo que faltó fue, por las dos partes, la voluntad política de ponerlos en práctica. Pero personalmente tengo la sensación de haber fracasado: si al final estalla la guerra, todo lo que se intentó fue para nada.
¿Qué son esos “conceptos de regulación de conflictos”?
Son propuestas sobre cómo se puede lograr que las partes se sienten a negociar. Para el caso de Abjazia existe uno de esos conceptos, que yo mismo elaboré en 2001 y todavía es aplicable. La base es que la integridad territorial de Georgia permanezca inalterada.
¿Logrará Georgia mantener su integridad territorial? ¿Qué podría pasar en Abjazia? ¡Siga leyendo!
Georgia exige que se respete esa integridad territorial, las provincias secesionistas quieren independizarse. Estas son demandas que se autoexcluyen…
Pero esas son las posiciones extremas, que deben ser negociables. En las negociaciones siempre se parte del principio de que existe una disposición mínima a asumir ciertos compromisos. Por eso la voluntad política de los implicados es tan importante como el apoyo de la Comunidad Internacional.
Tampoco a Rusia le interesa que Georgia sea un país inestable, y no puede estar interesada en que el principio de la integridad territorial desaparezca porque entonces se pone inmediatamente en duda el estatus de Chechenia dentro de la Federación. Por lo tanto, existe margen para el compromiso.
¿Bajo qué condiciones aceptaría Osetia del Sur seguir formando parte de Georgia?
Eso hay que preguntárselo a los osetios. Esta guerra ha provocado daños terribles, todavía no sabemos qué brutalidades han tenido lugar en Tsjinvali [la capital de Osetia del Sur]. Con la guerra todo se vuelve más difícil. Pero las relaciones entre osetios y georgianos no están tan deterioradas como las de georgianos y abjazios, eso lo he podido comprobar en más de una ocasión.
Si se toma esto como base, tendría que ser factible el establecimiento en la región separatista de una autonomía amplia. Y no una autonomía folclórica como en la época soviética, sino una con derechos políticos. Para ello existen modelos sobre los que se debería hablar en serio.
¿Qué papel podrían jugar aquí organizaciones como la ONU o la OSCE?
La responsabilidad de ambas es enorme. La OSCE cuenta con un mandato fijo para Osetia del Sur, la ONU para Abjazia. Yo creo que eso debería mantenerse así. Pero el apoyo a estas organizaciones tiene que ser consecuente.
La ONU, sin embargo, está bloqueada porque en el Consejo de Seguridad Estados Unidos apoya a Georgia y Rusia a Osetia del Sur…
Ese enfrentamiento lo conozco bien: durante el conflicto con Abjazia estuve muchas veces en el Consejo de Seguridad, y condicionado por la lucha armada, se vuelve muy fuerte. Pero ni a Rusia ni a Estados Unidos les interesa una confrontación a gran escala. Al fin y al cabo, ya tienen bastantes problemas y en muchos de ellos necesitan colaborar: por ejemplo en el caso de Irán o del terrorismo. Por eso, las posibilidades no se agotan pese al espectáculo que ofrecen en el Consejo de Seguridad.
Si Georgia pierde esta guerra y Osetia del Sur se separa, ¿le seguirá Abjazia?
Lo que yo me temo es que Rusia está sentando con su enorme potencial militar las bases para posicionarse mejor: va a aumentar la seguridad militar de Osetia del Sur, y seguramente de Abjazia también. Pero eso no significa que a la larga la situación vaya a mejorar, porque el resentimiento hacia los rusos crece entre la población georgiana.
¿Se podría haber evitado la guerra si en la Cumbre de Bucarest del pasado abril la OTAN hubiera aceptado el ingreso de Georgia, como quería esta república y proponía Estados Unidos?
Lo dudo. Georgia no se habría convertido en país miembro de la noche a la mañana: hasta estar integrada completamente en la OTAN hubieran pasado años. Además, la OTAN no acepta con razón a países que viven en situación de conflicto. De lo contrario, los socios de la Alianza se convertirían en rehenes del Artículo 15 del Tratado, que obliga a apoyar a los otros Estados miembros en caso de agresión. Me recorre un escalofrío sólo de pensar que eso sirviese también para Georgia.