La “nueva” OTAN cuenta con Rusia como aliado
20 de noviembre de 2010En el marco de la cumbre que reúne a sus miembros en Lisboa, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aprobó este 20 de noviembre el calendario de repliegue de Afganistán para buena parte de sus efectivos: la retirada de aproximadamente 131.000 soldados comenzará en 2011 y podría concluir en 2014.
El ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, señaló que las tropas germanas abandonarían el país hacia 2012, pero insistió en que la alianza permanecerá en territorio afgano aún después de haber transferido sus responsabilidades en materia de seguridad a las autoridades nacionales.
La otra noticia que acaparó la atención este sábado (20.11.2010) fue la del nacimiento de una “nueva” OTAN con Rusia como aliado. “Los antiguos enemigos son ahora amigos”, aseguró la canciller alemana, Angela Merkel, en referencia a la construcción de un escudo antimisiles junto con Rusia. Se espera que estos signos de concordia, descritos por Merkel como “sucesos históricos”, pongan fin simbólico definitivo al enfrentamiento entre Occidente y Rusia. La invitación a la cooperación militar extendida por la alianza atlántica al presidente ruso, Dmitri Medvédev, es un signo de que los tiempos han cambiado radicalmente.
Un acercamiento “histórico”
“El escudo será clave para crear una nueva arquitectura de seguridad euroatlántica. Se trata de un paso histórico”, dijo también el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen. En realidad, se trataría de interconectar los sistemas de defensa antimisiles ya existentes; por ejemplo, con baterías de cohetes Patriot como los que poseen Holanda y España. De acuerdo con fuentes diplomáticas, el presidente ruso fue más allá y propuso no solo interconectar los sistemas antimisiles occidentales y rusos, sino crear un gran escudo “desde el Océano Atlántico hasta los Montes Urales”. La operación podría costar hasta 1.000 millones de dólares, según algunas fuentes.
Por otro lado, Rasmussen declaró que el Gobierno de Moscú y la alianza sellaron un pacto que permitirá abastecer a las fuerzas occidentales en Afganistán aumentado considerablemente el flujo de pertrechos militares a través del territorio ruso.
Una retirada “gradual”
“El proceso de transición en algunas provincias y distritos afganos ya está en marcha y comenzará oficialmente a principios de 2011”, reza un segmento del documento final de la cumbre al que tuvieron acceso las agencias de noticias. “Reiteramos nuestro apoyo al objetivo del presidente Hamid Karzai para que las fuerzas afganas asuman y lleven a cabo las operaciones de seguridad en todas las provincias para finales de 2014”, sigue el texto que, redactado antes de la cumbre de Lisboa, fue aprobado por los funcionarios de la OTAN en la mañana del sábado.
Así, el camino queda allanado para que el documento en cuestión reciba el visto bueno de los jefes de Estado y de Gobierno de los 48 países que tienen tropas militares desplegadas en Afganistán como parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF), una misión bajo el mando de la OTAN. Está previsto que en julio de 2011 las primeras provincias afganas comiencen a asumir el control de su propia seguridad; no obstante, las fuerzas de combate internacionales seguirán operativas en las zonas más peligrosas del país hasta 2014 y permanecerán allí más tiempo brindando apoyo logístico.
El “enemigo” sigue en pie de guerra
El proceso de transición gradual de competencias a las autoridades afganas implica, en primer lugar, una progresiva cesión de las tareas meramente de combate contra la insurgencia talibán a los efectivos afganos. Las fuerzas de la OTAN seguirán actuando desde la retaguardia como respaldo estratégico y de entrenamiento, sobre todo formando a los agentes afganos para el manejo de armamento pesado o la cobertura aérea. El documento aprobado también reitera el apoyo de la alianza al gobierno de Hamid Karzai en tareas de reconstrucción y ayuda para el desarrollo.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso; y el presidente del Consejo de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, se sumaron a la reunión de este 20 de noviembre en un gesto que pretende poner de manifiesto la voluntad de la alianza de seguir cooperando con el sector civil afgano. Después de todo, el año que viene será testigo de los primeros movimientos de repliegue internacional con todo y que Afganistán se sigue viendo azotado por la insurgencia de los talibanes, el “enemigo” que las fuerzas de la OTAN se propusieron vencer cuando invadieron el país en 2001.
La presión de la sociedad civil
Sin embargo, juntas, las voces de la sociedad civil en cada uno de los países miembro de la OTAN crean un coro que es más fuerte que la voz de la población afgana: la opinión pública holandesa, por ejemplo, no toleró las imágenes de los féretros con los cadáveres repatriados de los veinticuatro soldados caídos en la Guerra de Afganistán ni el costo que la operación implicaba para el país y Holanda fue el primero de los aliados en comenzar a replegar sus fuerzas en agosto de 2009. La pregunta que se hicieron los holandeses entonces es la misma que se hacen los otros aliados de la OTAN ahora: “¿Acaso valió la pena esta misión?”
A pesar de la retórica empleada por el presidente estadounidense, Barack Obama, al afirmar que la OTAN “tiene un compromiso duradero con el pueblo afgano”, los más de 2.000 soldados caídos desde 2001 en Afganistán han sido uno de los argumentos decisivos para que la OTAN decidiera, en la cumbre de Lisboa, aprobar un calendario de retirada “gradual”. Y el adjetivo “gradual” disimula, en realidad, el deseo de abandonar cuanto antes una misión a la cual buena parte de la opinión pública europea, angustiada por problemas más perentorios, ya no apuesta con claridad.
Autor: Evan Romero-Castillo / dpa
Editor: Pablo Kummetz