Made in Germany: imagen averiada
7 de abril de 2005Numerosas empresas utilizan a Alemania sólo como eje central. Por ejemplo, la planta central de Porsche sólo aporta un 10% de piezas originales a su exitoso modelo Cayenne, fabricado en la ciudad eslovaca de Bratislava, mientras que Miele utiliza piezas claves fabricadas en países de mano de obra barata. Los expertos en marketing saben que los empresarios alemanes no pueden jactarse de las glorias de la "producción alemana", y que incluso se vuelve difícil hablar de un sello "made in Germany" propiamente tal, cuando lo que venden las firmas germanas en buena medida no ha sido producido por ellas.
Imagen en aprietos
En tiempos de la globalización, sin embargo, esto no resulta tan relevante. El consumidor adquiere un producto de determinada marca y poco le importa dónde fue elaborado. Las principales dificultades son de otra índole: desde que comenzaron a acumularse las averías en empresas alemanas de renombre, no sólo se ha visto perjudicada la imagen de la marca directamente afectada, como Mercedes, sino la de la industria germana en general.
Entretanto está en juego la fama de Alemania como centro industrial. Mercedes Benz tuvo problemas con los airbags y llamó a revisión 150.000 automóviles, BMW tuvo que corregir fallas en los motores de algunos modelo, y Siemens se vio obligada a admitir errores de desarrollo en los tranvías Combino, con que se pensaba lograr un éxito de exportación a nivel europeo. Hasta el momento, Siemens ha tenido que invertir más de 500 millones de euros en mejorar el producto. También los trenes ICE-3 fabricados por la empresa provocaron más de un dolor de cabeza. En la primera fase de su puesta en servicio, la empresa alemana de ferrocarriles Deutsche Bahn llegó a registrar hasta 700 desperfectos al día.
La aceleración del mercadeo
Los ingenieros y técnicos se quejan desde hace tiempo de que se ven forzados a apresurar la aprobación de nuevos productos para cumplir con los plazos previstos para lanzarlos al mercado. La presión aumenta precisamente cuando se trata de innovaciones técnicas, dado que existe un alto riesgo de que el producto sea copiado o, simplemente, de que sea superado por un nuevo avance en el ramo.
Esta premura da pie a que se cometan más errores. Según los expertos, muchas empresas caen en esa trampa de los plazos y lanzan al mercado productos que no cumplen las expectativas de calidad. Las consecuencias son lamentables. En el caso de Daimler Chrisler, el llamado a revisión de vehículos Mercedes costó cerca de 500 millones de euros. Las pérdidas en cuanto a la imagen de esta marca "made in Germany", en cambio, son incalculables.