Madrid acoge el I Foro de la Alianza de Civilizaciones
15 de enero de 2008“Como representante de un país creado y enriquecido por culturas diversas, quiero proponer ante esta Asamblea una alianza de civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán. Cayó un muro. Debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión levanten otro”, oraba el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, en el púlpito de Naciones Unidas. Era el 21 de septiembre de 2004 y el organismo celebraba su Asamblea General.
En la sala, la idea no resultaba del todo nueva. Ya a finales de los 90 se había expresado en términos similares otro presidente, el iraní Muhammad Jatami, quien ofreció a los delegados contraponer el “diálogo de civilizaciones” al “choque” entre ellas, previsto por el polémico politólogo estadounidense Samuel Huntington.
Pero en 1998 el mundo no había vivido aún el 11 de septiembre, los atentados en Londres ni el madrileño 11 de marzo. En 2005, después de que Recep Tayyin Erdogan, primer ministro de Turquía, se sumara a la iniciativa de Zapatero, nació la Alianza de Civilizaciones de la que Madrid acoge ahora el primer encuentro. Un evento que constituye, en palabras de Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, “una plataforma única para hablar con franqueza de las preocupaciones interculturales”.
Alianza, más que diálogo
Y, sin embargo, “la Alianza de Civilizaciones es más que un diálogo. Es un compromiso activo, una apuesta por la acción, por la iniciativa, por tomar partido”, declaró Zapatero en la inauguración de este primer foro. “Es fácil decir que hay que construir puentes, promover la tolerancia, pero mucho más difícil es traducir las palabras en acciones especificas […] La Alianza está orientada a actuar y tiene la obligación de conseguir resultados”, añadía Ban Ki-moon.
La Alianza de Civilizaciones es un “Grupo de Alto Nivel” que Naciones Unidas asumió como propio y, por lo tanto, dice el jefe del Gobierno español, “le pertenece”. De él forman parte personalidades de los cinco continentes y 78 países son “amigos”. Su objetivo es elaborar propuestas y trabajar a favor del entendimiento entre las diversas culturas, principalmente entre el mundo occidental y el islámico, con el fin de promover una paz duradera.
Como ejemplo para otros países, el Gobierno de Zapatero ha presentado un plan de 57 puntos con medidas concretas que van desde la creación de un Premio Anual de la Capitalidad Intercultural, de un coordinador nacional y de un cuerpo de voluntarios encargados de estos temas, hasta el fomento del intercambio estudiantil, la formación de arabistas y la mejora de los mecanismos de integración de inmigrantes.
La juventud, la educación, la cultura y los medios de comunicación son centrales en la labor de la Alianza, lo que se refleja en el fondo que el grupo creará para la financiación de producciones fílmicas que contribuyan a combatir prejuicios. Además, se espera que en Madrid quede perfilada una instancia para hacer frente en el futuro más eficazmente a conflictos culturales como el desatado en 2005 por las caricaturas de Mahoma.
Cada cual en su foro
Al otro lado de la capital española abría sus puertas un segundo foro, el de Nueva Economía. Desde allí, Mariano Rajoy, candidato a desbancar a Zapatero de la presidencia en las próximas elecciones, ironizaba sobre el encuentro en el que participaba su rival electoral: “Hoy hay una reunión en Madrid a la que asisten mandatarios importantes: los presidentes de Finlandia, de Eslovenia, de Malasia, de Argelia, y el propio señor Rodríguez Zapatero”.
La Alianza de Civilizaciones es una de las piezas de la nueva política exterior de España. Aquel 21 de septiembre en la sede de Naciones Unidas, Zapatero era un presidente recién electo de un país aún bajo los efectos del peor atentado terrorista de su historia, que no sólo pedía entendimiento entre las culturas, sino que explicaba a los presentes por qué había decidido retirar las tropas españolas de Irak.
La oposición conservadora tiene sus reservas respecto al nuevo rumbo. España debe, en primer lugar, defender sus intereses y, acto seguido, “los valores de la sociedad occidental”, opina Rajoy. “El diálogo debe ser crítico con aquellos países, regímenes y personas que, no sólo no respetan los derechos y las libertades, sino que los consideran un instrumento perverso”, añade haciendo referencia a Irán, uno de los participantes en la Alianza, su compañero de filas, Gustavo de Arístegui.
Y esa no es la única crítica: el I Foro de la Alianza de Civilizaciones costará, dicen, tanto como una cumbre europea, la mayor parte a financiar por las arcas públicas.