Peter Higgs: el valor de la persistencia
8 de octubre de 2013El verano de 2012, cuando se hizo evidente que la partícula conocida como “bosón de Higgs” existía en realidad, creció el furor de los medios en torno de Peter Higgs, un físico escocés que ya en la década de los sesenta había pronosticado la existencia de la citada partícula.
Científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) fueron quienes localizaron el “bosón de Higgs” a través del acelerador de partículas. A Higgs esto no lo hizo muy feliz. “Cada vez que la gente del CERN daba a conocer un indicio acerca del bosón, la prensa se me echaba encima lanzándome una avalancha de preguntas”, dijo el hoy Premio Nobel de Física a su colega Simon Hands, en 2012.
Un físico por vocación
Alan Walker, científico de la universidad de Edimburgo, aconseja a los periodistas que traten de hablar con Higgs. Éste, dice Walker, “prefiere hablar con quienes entienden de física, porque pueden informar de manera más precisa y apegada a la realidad”.
Peter Higgs ha sido profesor emérito desde 1996, pero hasta nuestros días se muestra como un físico de profunda vocación. Rechaza especular acerca de acontecimientos futuros. Anuló su membresía a la organización Greenpeace cuando ésta comenzó una campaña en contra de la ingeniería genética. Y cuando alguien le pregunta acerca del “bosón de Higgs”, de inmediato lanza una disertación científica. Las explicaciones sencillas no son lo suyo.
Ensayo trascendente
En 1964, Peter Higgs impartía cátedra en el Tait Institute de Edimburgo, donde por primera vez esquematizó la idea que lo haría mundialmente famoso y, además, merecedor del Premio Nobel de Física. Higgs sostuvo que debía existir una partícula, aún no descubierta, que explicaría por qué la materia tiene masa. Hasta ese momento, la física no había explicado satisfactoriamente esto. “A mí me pareció obvio”, dijo el científico en una conferencia de prensa.
El ensayo científico en el cual expuso su teoría constó de tan solo una página. “No estaba consciente del impacto que causaría, pero sí sentí que era lo mejor que había hecho yo hasta ese momento”, aseveró más tarde. “Me sentí muy decepcionado cuando la segunda versión de mi estudio fue rechazada”.
La revista Physics Letters, en efecto, se negó a publicar el ensayo. Quizá la teoría era demasiado revolucionaria. Pero Peter Higgs persistió. Añadió una conclusión a su ensayo y consiguió publicarlo en una revista rival editada en Estados Unidos.
Estragos del tiempo
Un óleo con la imagen de Peter Higgs cuelga en la Universidad de Edimburgo, y un acrílico, en la Galería Nacional de Escocia. Pero el tiempo deja sus huellas en este científico. Higgs a veces tiene dificultades para hablar, oye mal, y sus manos suelen temblar.
Sus colegas usan el Power Point para sus presentaciones, mientras el escocés se aferra al proyector de diapositivas y a las notas hechas a mano.
El cénit de su carrera científica se produjo apenas unos años después de haber publicado el famoso ensayo. No fue él mismo, sino otros físicos quienes lograron avanzar a partir de la teoría de Higgs.
Cuando periodistas le preguntaron para qué podría servir el “bosón de Higgs”, la respuesta estuvo cargada de honestidad: “No tengo idea. No se me ocurre cómo aplicar estos conocimientos de modo práctico”.
El hoy Premio Nobel de Física detesta el término “partícula de Dios”. Higgs nunca ha usado ese término, ni piensa hacerlo. “No soy creyente, pero me parece fuera de tono usarlo porque podría ofender a algunas personas”, dijo alguna vez.
¿Y qué opina el científico sobre los recientes logros alcanzados en el CERN de Ginebra? Aquí la respuesta es igual de elocuente. “Me sorprende que todo esto haya sucedido estando aún yo en vida. Pero a veces se siente muy bien saber que uno ha tenido razón”.