Por Múnich no circulará el Trasrapid
27 de marzo de 2008Los 40 kilómetros que separan la estación central de tren de Múnich del aeropuerto de la ciudad se hicieron famosos en 2006. Edmund Stoiber, entonces primer ministro de Baviera, intentaba convencer a los escépticos de las virtudes del Transrapid, el tren de levitación magnética que debía solventar dicho recorrido en tan sólo 10 minutos. De argumentación incomprensible, el discurso se convirtió en carne de cañón para los humoristas de todo el país.
Son esos mismos 40 kilómetros los que han hecho fracasar al Transrapid. No porque Stoiber fuera incapaz de explicar que el pasajero que se sube al tren en el centro de Múnich desembarca 10 minutos después en el aeropuerto. Stoiber ya ni siquiera es primer ministro. Sino porque el Gobierno alemán se enteró a última hora de que el tramo iba a costar 3.400 millones de euros, en lugar de los 1.850 millones iniciales.
Nada más de que hablar
El miércoles, Hartmut Mehdorn era portador de una mala noticia: el director de la compañía ferroviaria alemana, Deutsche Bahn, informó al Gobierno central y al Ejecutivo regional bávaro de que el trayecto del Transrapid muniqués salía, según las empresas constructoras, por casi el doble de lo planeado.
Mantengamos la calma, debió de pensar Günter Beckstein, sucesor de Stoiber en el cargo de primer ministro y miembro al igual que éste de la Unión Cristianosocial (CSU). Si Berlín aceptaba aumentar su contribución, el tren magnético todavía podía salvarse. ¿Qué son mil millones de euros más si está en juego la imagen de la tecnología alemana?
“El quid de la cuestión es que la planificación y realización del proyecto Transrapid en el Estado de Baviera ha fracasado”, declaró Wolfgang Tiefensee, ministro alemán de Transporte, después de reunirse el jueves con Beckstein. En realidad, el bávaro ni siquiera tuvo oportunidad de negociar.
El Gobierno alemán no dedicará 1.925 millones de euros al Transrapid (925 millones era la cifra pactada) Y con sus palabras tras el encuentro con Beckstein, Tiefensee dejó claro que, con respecto a este tema, no hay nada más de que hablar. Las obras han sido suspendidas inmediatamente.
Tecnología para el extranjero
“En mi opinión, este es un mal día para la tecnología alemana”, dijo Beckstein. Ya antes que el Transrapid, proyectos similares sucumbieron ante lo desmesurado de los costes en los Estados de Berlín y Renania del Norte Westfalia. Y después de la caída del Transrapid en Baviera hay quien reclama con inciertas probabilidades de éxito que un tren magnético una los aeropuertos de Fráncfort y Fráncfort Hahn.
Beckstein y Stoiber no son, por lo tanto, los primeros en intentar la aventura del Transrapid, y parece que tampoco serán los últimos. Pero cada vez toma más cuerpo la idea de que la levitación magnética va a limitarse, por lo menos de momento, a tecnología para la exportación, pensando en países como China o del mundo árabe que están dispuestos a pagar mucho dinero por objetos de prestigio.
“Esta técnica seguirá siendo un producto alemán de vanguardia. Internacionalmente, cuenta con un gran potencial de aplicación. Su buen funcionamiento en la práctica queda todos los días demostrado en Shangai”, recordó el ministro de Economía alemán, Michael Glos. En Shangai circula un Transrapid desde 2002.
Pero si se quiere que el tren magnético no quede relegado a capricho esporádico de algún jeque, habrá que abaratar su precio. Siemens y ThyssenKrupp, nombres de la industria privada implicada en el Transrapid, se han comprometido a seguir trabajando en esta tecnología.