“¿Qué nos pasó a los argentinos?”
10 de mayo de 2010¿Qué hechos de las últimas décadas han marcado más a la sociedad argentina? ¿Han sido retomados y procesados como temas en la literatura?
Los dos hechos históricos de las últimas décadas que han marcado a la sociedad argentina son, sin duda, el “peronismo” y el método de la desaparición de personas de la última dictadura militar. Los dos temas han llenado nuestras bibliotecas y las mentes de nuestros intelectuales, tanto historiadores, como sociólogos y literatos. Interpretaciones históricas, sociológicas y literarias se suceden mes a mes, tratando de explicar tal vez lo inexplicable. Inexplicable, por ejemplo, porque tratar de definir al peronismo es tarea muy difícil. Va del pensamiento de John William Cooke, marxista, a Carlos Saúl Menem, ultra liberal-conservador. Tal vez la mejor definición del peronismo la logró el novelista Osvaldo Soriano, en su libro “Cuarteles de Invierno”, cuando un periodista le pregunta al boxeador, protagonista del libro: “Dígame, usted ¿a qué partido político pertenece, qué ideología política tiene?”. Y el interrogado le responde: “no, yo no tengo ninguna ideología política ni pertenezco a ningún partido político, yo soy peronista”. En el otro aspecto, gran parte de nuestra literatura actual trata de los grandes escritores desaparecidos, es decir, asesinados por la dictadura militar. El otro tema es las prisiones y persecuciones sufridas por miles de personas, por sobre todo, jóvenes. Y, por supuesto, el tema del exilio. Serán estos también, sin lugar a dudas, temas claves para las próximas generaciones. La pregunta de fondo es: “¿qué nos pasó a los argentinos para llegar al extremo de tanta crueldad en las represiones militares?”. Recuerdo que la misma pregunta se hacían los alemanes en la posguerra. Yo fui estudiante universitario en esos años en Alemania, y era el tema fundamental: ¿qué pasó con nuestros padres que pudieron caer en un régimen así y aplaudir a un sistema tan criminal?
¿Hacia dónde va la literatura argentina de los autores jóvenes y qué la diferencia de los autores algo más veteranos?
Por supuesto, cada generación tiene sus temas, sus dilemas, sus preguntas. Su clima diferente. Un entorno que cambia constantemente. El mundo modifica aceleradamente sus costumbres, sus modalidades. Las fronteras ya no influyen como antes; las culturas y sus experiencias, se mezclan. Y principalmente la relación hombre-mujer, en sus sentimientos, es diferente. Esas diferencias emocionales marcan un panorama distinto en la literatura, por ejemplo. La mujer, en busca de su independencia. Y no es ya la que espera que alguien toque a la puerta para cambiar su destino. Los tiempos se han acelerado, las libertades están llegando a su absoluto, salvo aquellas circunstancias que dependen del sometimiento a las jerarquías y a las del poder económico.
Las diferencias entre autores veteranos y jóvenes en la Argentina son las mismas que en cualquier país del mundo. El clima actual de la sociedad es distinto al que vivieron los hoy adultos. Hasta el lenguaje ha cambiado. Los jóvenes escritores ya no usan el “lunfardo” ni los modismos argentinos del interior del país, sino que manejan expresiones un tanto “rockeras”, del inglés-americano, acomodadas al decir de los nuevos lenguajes de las ciudades. Mismo la gran emigración de argentinos a España ha devuelto al “idioma argentino” expresiones del idioma madre que ya por generaciones no se usaban más en esta parte de América.
¿Quién lee en la Argentina y qué?
El argentino, en sí, lee mucho. A pesar de la televisión y los juegos de pantalla. Por supuesto se leen los llamados “best seller” que anuncian los diarios, y los premiados en los grandes concursos. Y en este año, el bicentenario del 25 de mayo de 1810, el día de la Libertad, así llamado, se está leyendo mucha historia. Los diarios traen, muy baratos, ediciones de clásicos de ese tema.
¿Qué influencia tienen los “nuevos medios” electrónicos en la literatura argentina?
La misma que en Europa. Lo que he comprobado es que los niños leen mucho menos que cuando nosotros, los de mi generación, teníamos esa edad. Lo compruebo en las bibliotecas públicas. Cuando yo era niño concurría casi todos los días a la biblioteca pública de mi barrio y la la de lectura infatil estaba llena de chicos que leían cuentos infantiles. Hoy veo que apenas concurren uno o dos niños, los demás están jugando a los “video-games” instalados en comercios de la zona.
¿Qué papel desempeña Buenos Aires como capital de la literatura, para bien y para mal?
Por supuesto, en Buenos Aires están las grandes editoriales y multitud de librerías. Pero en el interior del país nacen los grandes escritores. Tienen tiempo para contemplar, para hilar pensamientos. Para poder medir cuál es el verdadero progreso. He concurrido a muchos congresos de escritores del interior del país. Siempre reina una ambiente de humildad, de querer expresarse pero no por eso querer tener razón. Hay más tiempo para el diálogo. Se sale del salón del debate y se ven montañas o hay un río con su eterno transcurrir. En Buenos Aires, el tiempo está molido por los motores, por las máquinas, por la prisa en llegar. Claro, se van pergeñando así dos clases de literaturas: una la del color, tal vez, de la esperanza. La otra, la del remordimiento, la de la ira, la de sentirse arrollado por el poder.
Muchas personas con ciudadanía alemana emigraron a la Argentina antes (los perseguidos) y después de la II Guerra Mundial (los perseguidores), amén de la inmigración anterior. ¿Qué huellas culturales y literarias ha dejado la inmigración de Alemania en la Argentina?
La inmigración campesina alemana, austriaca y suiza-alemana de fines del siglo XIX dejó campos sembrados, máquinas agrícolas nuevas, colegios, clubes, y el idioma alemán en esas pampas, por varias generaciones. En las ciudades, también: escuelas, clubes, organizaciones culturales. En la literatura, por sobre todo, relatos de viajeros. Y un hijo de alemanes, consagrado como uno de los máximos escritores de la Argentina, Roberto Arlt: considerado por los críticos literarios como uno de los cuatro más grandes de las letras de estas latitudes, junto a Sarmiento, José Hernández y Jorge Luis Borges.
En otros aspectos de la cultura, los alemanes dejaron huellas en la música, en la pintura, en la escultura y en la arquitectura. Luego de la gran emigración de la juventud argentina descendiente de alemanes en las décadas del 70 y 80 a Alemania, ha quedado muy disminuida la cultura alemana en la Argentina. En las décadas del veinte y treinta había dos diarios en idioma alemán, que aparecían todos los días: el “Deutsche La Plata Zeitung”, conservador, y el “Argentinisches Tageblatt”, liberal, y se editaban varias revistas en ese idioma. Actualmente sólo aparece el “Argentinisches Tageblatt” como semanario, los sábados, y no se publican ya revistas. Antes había varias librerías alemanas y editoriales de libros. Hoy ya sólo existe una librería y ninguna editorial. El número de germanoparlantes ha disminuido a menos de la mitad de la década del treinta hasta hoy.
¿Qué importancia tiene la Feria del Libro de Fráncfort para la literatura argentina y para el país?
La Feria del Libro de Francfort siempre posee un interés para los intelectuales y las editoriales. Es el gran momento anual donde se habla de libros y se hacen comentarios acerca de las noticias que llegan de ese evento. Los principales diarios siempre envían corresponsales que describen las actividades y las novedades que se producen. Cuando los intelectuales invitados regresan a su país siempre aparecen reportajes a ellos, y también a editores, acerca de lo nuevo que han vivido.
¿Qué imagen va a transmitir Argentina de sí misma en la Feria del Libro de Fráncfort y qué imagen debería de transmitir en su opinión?
Creemos que la Argentina, como ya lo vimos en octubre pasado, va a mostrar una imagen dividida. Hubo dos pabellones: uno de la Argentina cultural como Nación y otro, separado, representando a Buenos Aires. A los viejos escritores que estábamos allí nos dio esto mucha tristeza. Por ejemplo, ambos pabellones programaron actos a la misma hora, de manera que el público, si iba a uno, se perdía el otro. Eso se debió a que en Buenos Aires gobierna un político ultraconservador, el empresario Macri, que lleva una política cultural absolutamente contraria a la de la Presidenta Kirchner. Los intelectuales que iremos a Fráncfort este año vamos a procurar la unidad y presentar nuestras cultura en todos sus aspectos: desde la del Palacio Anchorena a la de muestras villas miseria donde viven miles de argentinos.
¿Cómo se asume y celebra en la Argentina el bicentenario de la independencia?
Se la recuerda con un sin fin de actos. Es el día de nuestra Libertad, en todo sentido. El pensamiento de los hombres de Mayo era profundamente libertador e igualitario y fue traicionado en el decurso de la historia argentina por decenas de dictaduras de extrema crueldad. De manera que este bicentenario va a servir de un repaso de nuestra historia y, como ya dijimos, preguntarnos: ¿Qué nos pasó a los argentinos?
La exposición “Menos tiempo que lugar”, del Instituto Goethe, que se inauguró en Buenos Aires el 25 de marzo, aspira a “analizar la importancia de la independencia en los lugares en los que aún pulsan los hechos”. ¿Cuáles son para usted esos lugares y qué desafíos plantean?
Esos lugares se encuentran en todo el territorio argentino donde existen injusticias sociales, como las llamadas villas miseria, o donde se habitan los pueblos originarios a los cuales se les han quitado las tierras comunitarias, donde hay gente sin trabajo y niños bajo el nivel de desnutrición. Allí suenan más que nunca los sones de más justicia y más dignidad, justamente lo que deseaban aquellos hombres del mayo de 1810. Aprovecharemos a decir la verdad, a través de la palabra, el arte y la libertad del diálogo. Sin la polémica constructiva jamás lograremos construir el país con que soñaban los hombres de aquel Mayo.
Osvaldo Ildefonso Bayer (Santa Fe, Argentina, 1927) es historiador, escritor y periodista. Bayer se autodenomina, "un anarquista y pacifista a ultranza". De 1952 a 1956 estudió Historia en la Universidad de Hamburgo (Alemania), y de regreso a la Argentina, se dedicó al periodismo, la investigación de la historia argentina, y a escribir guiones cinematográficos. Trabajó en los diarios Noticias Gráficas, en el Esquel de la Patagonia, y en Clarín, en donde también se desempeñó como secretario de redacción. En 1958 fundó "La Chispa", al que él mismo denominó como "el primer periódico independiente de la Patagonia". Un año después fue acusado de difundir información estratégica en un punto fronterizo, y es obligado por la Gendarmería a punta de pistola, a abandonar Esquel. Luego, de 1959 a 1962, fue secretario general del Sindicato de Prensa. Durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, Bayer fue reiteradamente amenazado y perseguido debido al contenido de sus obras, principalmente por su libro "La Patagonia Rebelde". Esto motivó su exilio en Berlín desde 1975, el cual mantuvo hasta la caída de la posterior dictadura militar en 1983. Entre sus ensayos más importantes están "Los Vengadores de la Patagonia Trágica", "Los anarquistas expropiadores y otros ensayos", "Fútbol argentino" (un guión homónimo del historiador que posteriormente fue editado en libro), "Rebeldía y esperanza", "Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia" y la novela "Rainer y Minou".
Entrevista de: Pablo Kummetz
Editor: Enrique López