Raúl Castro, Hollande, los intelectuales y los negocios
4 de febrero de 2016La agenda de trabajo entre los presidentes Raúl Castro y François Hollande fue notoria solo por su hermetismo. Lo único noticioso de esta visita ha sido la traslación que hizo la delegación cubana de sus métodos represivos dictatoriales al escenario del país democrático que fuera el gestor en 1789 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, texto base en 1950 para elaborar la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tres sucesos resultaron virales en la prensa y las redes sociales: las violaciones del protocolo protagonizadas por el guardaespaldas (y también nieto) de Raúl Castro, obsesionado en ofrecerle a su abuelo una seguridad que correspondía a los órganos de seguridad del país anfitrión; la grosera vigilancia de periodistas que intentaban hacer preguntas "incómodas" al gobernante cubano, siendo las presiones más escandalosas las sufridas por reporteros del programa "Le Petit Journal", con situaciones que estos periodistas ridiculizarían después televisivamente; y la petición de Hollande a Obama de terminar de levantar el embargo, dejando las conversaciones sobre derechos humanos para una también hermética agenda colateral, que debería incluir, por ejemplo, las violaciones que justo esta semana hiciera públicas Reporteros Sin Fronteras en la Clasificación Mundial sobre la Libertad de Prensa del 2015 y que colocan a la isla en el puesto 169 de 180 países.
Honras inusuales
Para la intelectualidad opositora cubana, Francia será la puerta que el régimen utilizará para la conquista de Europa. "Nos asombró ver las avenidas francesas llenas de banderas cubanas, como si recibieran a un héroe. ¿A qué otro presidente Francia ha recibido así? El apretón de mano de Hollande a Fidel, perdonarle la deuda a Cuba, muestran que no quieren quedarse fuera en la rifa económica de nuestra islita", asegura a DW desde el centro de Cuba el escritor Rafael Vilches, multipremiado intelectual condenado al ostracismo por sus críticas contra el gobierno.
"Europa, otra vez, pone por delante sus intereses económicos. El pueblo cubano no le importa ni a Hollande ni a otros presidentes europeos que siguen ese camino de diplomacia económica; lo que les importa es estar en Cuba para cuando llegue la hora de repartir el pastel. Cuando Hollande dio la mano a Raúl traicionaba a todos los franceses que murieron para que esa nación fuera líder en la defensa de los derechos del hombre", dice a DW desde La Habana el escritor Ángel Santiesteban, actualmente en libertad condicional, luego de cumplir dos años de prisión por criticar al gobierno en su blog "Los hijos que nadie quiso".
Francia, además, ha sido siempre un país muy cercano, por razones históricas y sociales. Buena parte de los artistas y escritores cubanos de renombre internacional del siglo XX hicieron sus vidas en ese país, como el novelista Alejo Carpentier y el pintor Wifredo Lam. La intelectualidad francesa fue de las primeras en apoyar a la Revolución Cubana, encabezados entonces por Jean Paul Sartré y Simone de Beauvoir, y ese apoyo sigue existiendo hoy con tonos nostálgicos que niegan la depauperada realidad que viven los cubanos y la represión del régimen contra sus opositores. Y, aunque sea un triste vínculo, Francia, junto a Canadá e Italia ha tenido la vergonzosa fama de ser uno de los países emisores de turistas que viajan en mayor número a disfrutar de la prostitución femenina y homosexual que ha estallado en la isla de forma alarmante desde hace 20 años.
"Maquinaria represiva"
"La intelectualidad francesa niega nuestra realidad; unos pocos de buena fe y muchos reclutados o comprados por la dictadura. Lo que Hollande debería haber pedido a Obama es que exigiera a Raúl el reconocimiento de la oposición, la celebración de elecciones libres y con participación abierta de esa oposición, y el derecho a una prensa libre", explica a DW el escritor y profesor titular de la Universidad Paris-Est Armando Valdés Zamora, quien junto a prestigiosos colegas cubanos y franceses organizó la protesta pública en la estación de metro Champs-Elysées-Clémenceau, frente a la estatua del general Charles de Gaulle, en París, manifestándose contra la visita de Raúl Castro.
Otro reconocido intelectual cubano, Jacobo Machover, dice a DW que la maquinaria represiva del régimen se activó enseguida contra quienes se opusieron a la visita en Francia: "Desde la isla, nos están insultando por ello, en Cubainformación, en un comentario en el periódico Granma. A mucha honra". ¿Su delito? Haber sido el promotor de una carta abierta oponiéndose a la complicidad de Francia con el régimen, firmada además por Laurent Muller, presidente de la Asociación Europea Cuba Libre; Jesús Zúñiga, periodista cubano refugiado en Francia; Bernard de la Villardière, un nombre importante del periodismo francés, y la mundialmente conocida escritora cubana Zoé Valdés.