Suecia ante una "presidencia difícil" de la Unión Europea
22 de junio de 2009Un barril de cerveza. Nada de banderas, flores o alguno de los elementos comunes en los actos ceremoniales. La presidencia checa de la Unión Europea ha pasado sin pena, para alivio de muchos, y sin gloria, como predecían todos. Poco queda al final de los seis meses que pueda celebrarse y a la búsqueda de un símbolo con el que representar el periodo del país al frente de los destinos comunitarios, Praga dio con la barrica, que entregó como despedida al siguiente Estado presidente, Suecia.
La República Checa es el país del mundo en el que más cerveza por persona se consume y, aparte de eso, poco más tenía que decirle a Europa. Ahora le toca a Suecia recuperar el ritmo perdido en la cabeza de la UE. Reanudar la actividad es imperante. La segunda mitad de 2009 se presenta cargada de los habituales obstáculos políticos y éstos agrandados por la crisis financiera internacional, de ahí que los suecos hayan optado por un eslogan acorde a su posición de partida: "asumiendo un reto" reza el lema bajo el cual el país asumirá oficialmente el primero de julio la dirección comunitaria.
"A todos nos queda claro que ésta va a ser una presidencia difícil", reconoció Cecilia Malmström, la ministra sueca encargada de los asuntos europeos. Los escandinavos han presentado en Bruselas la "hoja de ruta" para el próximo semestre: un programa en cuya aplicación, asegura Malmström, "vamos a necesitar el apoyo de los restantes Estados miembros y de las instituciones de la UE".
Irlanda y la nueva Comisión
"Son muchos los temas ante los que se necesita un liderazgo fuerte", dijo el primer ministro sueco, Fredrik Reinfeldt, en una entrevista concedida a la agencia de noticias dpa. Ciertamente, si el reto que asumen los norteños pudiera reducirse al singular, Estocolmo miraría con más tranquilidad a la segunda mitad de 2009. Sin embargo, los desafíos son múltiples, ninguno de pequeña envergadura y pocos que puedan esperar.
Los suecos deberán acompañar los preparativos para el segundo referéndum irlandés sobre el Tratado de Lisboa, que se celebrará, según declaran las intenciones, el próximo otoño, probablemente a principios de octubre. Después del rechazo inicial a este documento, imprescindible para emprender las necesarias reformas en el seno de la Unión, encuestas recientes revelan que un 54% de los habitantes de la isla estarían dispuestos, ahora sí, a darle el visto bueno.
Pero el favorable viento no le restará tensión a la votación. Un "no" sería devastador para las instituciones comunitarias y la efectividad de su funcionamiento. Al mismo tiempo, el "sí" "desatará una serie de discusiones, como la relativa a los puestos de alto rango", recuerda Reinfeldt. Una de las promesas con las que Europa trata de ganarse el apoyo irlandés es la de que el país obtenga un representante fijo en la Comisión Europea, privilegio que según el Tratado de Lisboa no se puede otorgar a ningún socio porque la Unión tiene más Estados que comisarios posibles.
Así, al escollo que supone la consulta irlandesa se le suma el hecho de que, también durante este semestre, la Comisión debe renovarse al completo y ha de elegirse un nuevo encargado para los asuntos exteriores de la Unión.
Eficiencia sueca en tiempos de crisis
Europa apuesta por que la competencia sueca sea la receta del éxito. Los políticos escandinavos lucen impecables currículos, ostentan garantías de eficiencia y hablan además, y a diferencia de sus antecesores checos, todos ellos al menos uno de los idiomas de trabajo en la UE: inglés, francés o alemán.
El tacto del Gobierno sueco será necesario para dirigir las ampliaciones seguras, el ingreso de Islandia en la Comunidad se da por hecho, y las tambaleantes, como la de Turquía o Croacia. Aquí, el ministro sueco de Exteriores, Carl Bildt, podrá recurrir a su experiencia como alto representante de Naciones Unidas en Bosnia Herzegovina y enviado de la ONU para los Balcanes, aunque la primera noticia que los croatas han obtenido de él no ha resultado positiva: sus negociaciones de ingreso se postergan por tiempo indefinido; Eslovenia, con quien mantienen un conflicto fronterizo, bloquea el proceso. "Ambos países tienen que pasar por un periodo de reflexión", indicó Bildt y rechazó la posibilidad de que la UE actúe como mediadora: "éste es un problema bilateral", añadió.
Bilateral es también el enfrentamiento entre Rusia y otro Estado que coquetea, al menos parcialmente, con la UE, Ucrania. Las arcas comunitarias no contribuirán a que los ucranianos salden sus deudas con Moscú para asegurarle así el suministro de gas a los socios de Europa del este, sentenció el ministro sueco: "que yo sepa, no tenemos dinero para eso".
Y es que Europa ni siquiera sabe si va a tener dinero suficiente para financiar uno de sus proyectos predilectos: la lucha contra el cambio climático. Habrá que esperar a la Conferencia de Copenhagen pero, con unos miembros dedicando millones a mantener estables sus economías, cabe suponer que los ambiciosos objetivos medioambientales de la UE se encuentren escasos de medios. "Nos enfrentamos a un tipo de crisis que se vive una sola vez por generación", recordó Bildt, y entre todos los retos ella sigue representando el mayor.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editor: José Ospina Valencia