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UE rompe relaciones con Honduras sin proponer salida factible al dilema

2 de julio de 2009

La UE ordenó a sus diplomáticos abandonar Honduras como medida de presión para que Gobierno interino permita a Manuel Zelaya reasumir presidencia. “Europa se priva así de un canal de mediación”, dice analista alemán.

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"La Constitución primero", dicen hondureños en calles del país.Imagen: AP

México, Colombia y otras naciones de Centroamérica y Suramérica también retiraron a sus embajadores de Honduras. Brasil suspendió los programas de ayuda que beneficiaban al país cafetalero, complicando aún más su precaria situación: el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo congelaron los créditos a favor de Honduras hasta que se aclare su situación política.

Entre la espada y la pared

La resolución de la Organización de las Naciones Unidas, mediante la que se solicitó la restitución inmediata e incondicional de Manuel Zelaya como presidente de Honduras, y el ultimátum de la Organización de Estados Americanos, que le dio al presidente interino Roberto Micheletti un lapso de 72 horas –hasta el sábado 4 de julio– para abandonar la silla de mando, ponen a la nación centroamericana en una posición desde la que resulta casi imposible negociar.

Peter Peetz, del Instituto de Estudios Latinoamericanos del German Institute of Global and Area Studies (GIGA) en Hamburgo, ve pocas salidas al conflicto que aflige a Honduras. “Yo creo que la decisión de la Unión Europea de retirar a sus embajadores le impedirá mediar de una manera efectiva en esta crisis”, comenta.

La diplomacia del aislamiento

“Y es que la ruptura de relaciones diplomáticas es un gesto simbólico muy poderoso: eso es como decir que no se está dispuesto a negociar y que la única solución a este problema es la restitución de Manuel Zelaya como presidente de Honduras”, explica Peetz, conocedor del desarrollo político centroamericano. “Lo que los diplomáticos europeos no dicen, es cómo se imaginan el retorno de Zelaya a la presidencia de Honduras en la práctica”, agrega.

“Porque si ellos declaran que Zelaya está en todo su derecho de regresar a su cargo, eso significa que todos los demás –el Parlamento, la Corte Suprema de Justicia y el resto de las instituciones estatales hondureñas– no tienen razón y están actuando al margen de la Ley”. Las implicaciones de este razonamiento, advierte, son cualquier cosa menos intrascendentes.

¿Callejón sin salida?

“¿Significa eso que, si Zelaya regresa a la posición de mando, él tendría todos los argumentos a favor para disolver el Parlamento y sustituir a los miembros de la Corte Suprema de Justicia? Yo no lo sé. Y tampoco tengo una propuesta concreta, pero sé que es precisamente eso lo que brilla por su ausencia en este momento: una propuesta concreta para que Honduras salga de este atolladero”, dice Peetz enfático.

Algunos analistas creen que el Gobierno interino de Micheletti podría legitimarse si logra sostenerse en pie durante el medio año que transcurrirá antes de que se celebren las elecciones generales. Pero el investigador del GIGA pone esa posibilidad en duda: “¿Qué va a hacer la comunidad internacional con el Gobierno hondureño que resulte electo en los comicios de noviembre de 2009 y se estrene en sus funciones en enero de 2010?”

Plebiscito en torno a Zelaya

La pregunta es válida. Después de todo, las elecciones generales de noviembre van a estar avaladas por el mismo orden constitucional que el Gobierno de Micheletti dice representar, pero que la comunidad internacional no reconoce como tal en este momento.

Cabe también cavilar sobre la viabilidad de un plebiscito como el que propuso recientemente Ramón Custodio, comisionado hondureño para los Derechos Humanos, para salir de este callejón sin salida aparente. Es decir, una consulta popular para determinar si la mayoría de los votantes está a favor o en contra de que Manuel Zelaya reasuma la presidencia de Honduras.

La otra salida

“Al período presidencial de Zelaya solamente le quedaba medio año; si se tardan tres meses a partir de ahora en preparar el plebiscito, ya no vale la pena celebrarlo”, dice Peetz en tono jocoso. “En general, la idea no me parece mala. Porque está claro que hay que buscar una solución pragmática y pacífica a esta crisis. Si se hace el plebiscito con observadores internacionales y en circunstancias transparentes, la idea podría funcionar”, admite, ahora en serio.

“La otra opción sería adelantar las elecciones generales; esa es una propuesta que, en Honduras, no he oído a nadie mencionar. En todo caso, hay que darle al pueblo hondureño la oportunidad de decidir por sí mismo, en algún tipo de elección, qué salida le quiere dar a esta coyuntura”.

Autor: Evan Romero-Castillo

Editor: José Ospina-Valencia