Wagner en la selva
28 de abril de 2007El famoso director Christoph Schlingensief dirige El holandés errante de Wagner en la Ópera de Manaus, Brasil. En el grandioso edificio, conocido por la película de Werner Herzog, Fitzcarraldo, sobre la vida de un comerciante de caucho encarnado por Klaus Kinski, actúan tanto cantantes de ópera como bailarinas semidesnudas.
En una entrevista con DW-WORLD, Schlingensief nos cuenta cómo la selva amazónica resulta melancólica y cruda, y cómo la música de Wagner ha llegado a convertirse en algo normal en Manaus. Harto de "la tenue luz del escenario", el polémico director promete regresar al trópico el año entrante.
DW-WORLD: Una soprano, que actuaba en Manaus, ha dicho recientemente que cantar en la ciudad es "una experiencia extrema". ¿Le ha resultado a usted también extremo?
Christoph Schlingensief: Ha sido una experiencia extrema y, por eso, muy productiva. El estar sentado todo el día bajo la tenue luz del escenario deja ciego a cualquiera. Llevamos trabajando en la obra casi tres meses y no quería perder ni un solo día.
DW-WORLD: Sin embargo, el Festival de Ópera le es menos familiar al público de Manaus que al europeo. ¿Ha sido esto una ventaja para usted?
Ch. S.: No
DW-WORLD: ¿Le ha obligado a los actores brasileños a enfrentarse a Wagner? ¿Era para usted importante que conocieran su música? ¿O no tuvieron tiempo para eso?
Ch. S.: Cuando uno ensaya durante dos meses y tanto actores y técnicos como los habitantes de las favelas escuchan a Wagner, eso no supone ningún problema. La música wagneriana se ha convertido en Manaus en lo más normal del mundo, no es tan importante como en los salones alemanes. Es sólo en los llamados "círculos wagnerianos" donde se le intenta tratar de un modo más "antiséptico". Pero eso aquí no le interesa a nadie.
DW-WORLD: Samba, rituales afro-brasileños, pobreza y mujeres en bikini. ¿Por qué tantos clichés brasileños?
Ch. S.:¿La pobreza un cliché? ¿Es que usted no ha visto cuánta gente duerme aquí cada noche en la calle? ¿Es eso acaso un cliché?
DW-WORLD: ¿Puede imaginarse traer a los actores de Manaus a Alemania para representar la ópera ante el público alemán?
Ch. S.: La obra se va a representar en Sao Paulo y después, posiblemente, en Alemania y Viena. También hemos recibido una invitación del secretario de Cultura de la Amazonía para volver a Manaus el año que viene, puesto que la obra ha tenido un éxito rotundo.
DW-WORLD: En sus citas recurre al Saló de "Pasolini" en lugar de a "Fitzcarraldo" de Herzog, que es lo que cabía esperar. ¿Por qué le ha inspirado Brasil a pensar en "120 días de Sodoma"?
Ch. S.: No puedo hablar de Brasil en general, pero sobre la época colonial, la fiebre del caucho de Manaus, puedo decir que esos fueron tiempos en los que todo parecía un almacén. Entonces existía una prolífica industria, una ópera, burdeles, prostitución infantil, perversión; todavía hoy sigue sufriendo la zona el turismo sexual. A este respecto, la compañía aérea Varig ha llevado a cabo una campaña, en la que hablan de la prostitución infantil.
Kinski ambientó la jungla con Wagner con un gramófono. Nosotros, sin embargo, llevábamos a una orquesta entera. Hay montones de barcos del rodaje de Fitzcarraldo amarrados en el puerto. A mí me interesa la idea de una ópera a lo grande, más que una privada.
DW-WORLD: Las noticias en Alemania sobre "El holandés errante" se concentran sobre todo en Manaus como escenario, dejando a Wagner relegado a un segundo plano. ¿Es intencionada la presencia mayoritaria de Brasil y no tanto de Wagner en su obra?
Ch. S.: El espíritu de Wagner y el del Amazonas se compenetran a la perfección. Eso es lo que quería mostrar y lo he conseguido.
DW-WORLD: Milton Hatoum, el escritor brasileño de Manaus, afirma que la ciudad y la selva son "dos escenarios separados, dos mentiras delimitadas por el río". Usted ha pasado más de dos meses en la ciudad. ¿Qué opina de esta descripción?
Ch. S.: La diferencia no es el río. Eso es mentira. También existe una jungla en la gran ciudad y Manaus tiene más de 1,8 millones de habitantes. Yo personalmente encuentro la jungla melancólica y cruda. La ciudad intenta siempre ocultar eso, nos engaña. La selva, al otro lado, está a la espera del ataque, por eso hemos cruzado tantas veces al otro lado.