"Alivio" mundial ante la imprevisible Corea del Norte
31 de octubre de 2006La secretaria de Estado de Estados Unidos, Condoleeza Rice, había realizado en pasadas semanas un amplio viaje por varios países asiáticos, con la finalidad de promover una serie de sanciones al régimen norcoreano a causa del ensayo nuclear. Rice no hizo mención a medidas de corte militar y, en cambio, enfatizó que había "muchas otras formas" de lograr que las autoridades de Corea del Norte desistieran de llevar a cabo más pruebas nucleares.
La primera reacción de Pjongjang, en ese momento, fue amagar con una nueva detonación. Sin embargo, el consenso logrado por Rice, y apoyado con vehemencia por Japón, parece rendir sus primeros frutos.
No se ha dicho de qué manera se ejerció presión sobre Corea del Norte. Pero durante su viaje Rice habló de sanciones económicas calculadas al máximo. Se tendría cuidado en no afectar con ellas a la población norcoreana, gran parte de la cual vive en condiciones de miseria, sino a la privilegiada nomenklatura que rodea al dictador Kim Jong Il, dijo. La estrategia, al parecer, dio justo en el blanco. Esto no sólo es visto por el gobierno de Washington como una victoria propia sobre Corea del Norte, sino también sobre la ONU, que había sancionado a Pjongjang sin causar efecto alguno.
El factor chino
En este marco, fue elocuente la parquedad de China. Pese a haber manifestado su desacuerdo con el programa nuclear norcoreano, y de haber dialogado directamente con la secretaria de Estado de Estados Unidos, el gobierno de Pequín no celebró mayormente el anuncio. Sin embargo, sus pocas palabras ofrecieron detalles más concretos que el beneplácito formal de Occidente.
El ministerio chino de Asuntos Exteriores emitió un escueto comunicado anunciando que se había producido "un abierto y profundo intercambio de opiniones" entre China, Corea del Norte y Estados Unidos para la continuación de las negociaciones "en un futuro cercano". Con ello daba la razón al gobierno ruso, que anunció con cautela un acuerdo "de tres países", y no de los seis que forman parte de la negociación formal.
Acorde con el simbolismo de la cultura china, el lacónico comunicado proveniente de Pequín guarda una serie de mensajes encriptados, pero inconfundibles. El primero parece apuntar a que, desde el punto de vista chino, el sesgo dado por Corea del Norte es una buena noticia; sin embargo, no alcanza para mitigar la desconfianza hacia un régimen como el de Kim Jong Il. Y no es para menos.
Acuerdo, ni para ir al baño
La revista The Atlantic Monthly reportó recientemente que pasadas negociaciones en las que participaban Corea del Norte y Corea del Sur fracasaron, pues los representantes de ambas naciones no eran capaces ni siquiera de acordar los horarios en los cuales debían hacer pausas para ir al baño. La publicación recalca, además, que los regímenes autoritarios en decadencia son los más peligrosos, pues en su desesperación suelen incurrir en prácticas desmedidas e imprevisibles.
Puede anticiparse que asuntos más complicados como el del programa nuclear norcoreano no encontrarán una solución tan sencilla "en un futuro cercano", pese al beneplácito que causa hoy la posible reanudación de las negociaciones. El lenguaje de la diplomacia occidental, en este sentido, no le pide nada al chino en cuanto a su precisión. "Alivio", y no otra cosa, es lo que cabe admitir ante la noticia. No debe olvidarse que, hace unos cuantos días, el gobierno norcoreano amenazaba con detonar una bomba nuclear tan sólo para demostrar su poder. No hay nada en el anuncio de hoy que le impida volver a amagar. La "gran alegría" de George W. Bush luce, por todo lo anterior, fuera de toda proporción.