Bélgica: nueva crisis política por conflicto histórico y lingüístico
28 de abril de 2010
Esta vez, la crisis que afecta al Gobierno belga volvió a caldearse por las discrepancias entre la lengua oficial en la periferia de Bruselas, en el distrito electoral Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV). En Bruselas se habla oficialmente dos lenguas, pero, en realidad, el francés lleva la delantera. Y cada vez se establecen más francófonos en los alrededores de la región flamenca, insistiendo en sus derechos lingüísticos. Los flamencos se oponen y exigen acabar con la excepción que representan las poblaciones de Halle y Vilvoorde, ambas situadas en Flandes, pero donde la mayoría de los residentes es francófona.
Bélgica está históricamente dividida en dos lenguas: el neerlandés, que es hablado por un 60 por ciento de la población, principalmente en la región de Flandes, y el francés, con un 40 por ciento de francófonos en la región de Valonia. En Bruselas, la capital, también se habla francés, aunque es una ciudad oficialmente bilingüe. Un uno por ciento del país es, además, de habla germana. Se trata de una diversidad lingüística alrededor de la cual siempre han surgido conflictos políticos y socio-culturales.
Desequilibrio en el Ejecutivo y renuncia de Leterme
Algunos líderes políticos flamencos pretenden anular legalmente el derecho de los francófonos a hablar su lengua. Al frente de este movimiento está el partido liberal Flamenco Open VLD, con Alexander de Croo a la cabeza, que abandonó el 23 de abril la coalición de cinco partidos que da base al Poder Ejecutivo, formada por partidos tanto valones como flamencos, aduciendo que no veía una base posible para seguir cooperando.
Esto fue lo desequilibró al gobierno, que pasó a estar formado por tres partidos valones (Francófonos) y uno solo flamenco, motivando la dimisión del primer ministro belga, Yves Leterme, el 22 de abril. Su renuncia al cargo fue aceptada por el Rey Alberto II el 26 de abril pasado. Ahora, se plantea la cuestión del futuro de Bélgica como Estado europeo, más aún en vista de su futura presidencia de la Unión Europea a partir del próximo 1 de julio .
"Flandes es de los flamencos"
"Fracasó toda posible solución. No se han respetado los acuerdos. Por eso, el Open VLD le retira la confianza al Gobierno", manifestó Alexander de Croo. Y declaraciones como la que sigue demuestran lo candente de la situación antifrancófona en la periferia flamenca de Bruselas: "Esto es suelo flamenco, y los flamencos han luchado por él. Así de simple. Y los francófonos no tienen nada que decir ni que hacer aquí." Y la contraparte valona, al otro lado de la barrera idiomática, tampoco ahorra términos fuertes. El político valón Olivier Maingain es un liberal, como Alexander de Croo. Pero en algo se diferencian. Mangain considera a Croo un nacionalista: "Se trata de un nacionalismo tal, que el mismo New York Times lo llamaría fascismo no violento".
El pleito es tan antiguo como el Estado belga, que fue fundado hace 180 años. Tradicionalmente, la clase gobernante belga siempre habló francés y trató con altanería a los flamencos, de habla neerlandesa. Los flamencos, por otra parte, conforman el sector más fuerte de la población, demográfica y económicamente hablando, y sus derechos mejoraron con la llegada del federalismo. Pero siempre vuelven a surgir diferencias y nada parece indicar que el conflicto se solucione en breve.
"Plena confianza en Bélgica"
Bélgica se prepara para asumir la presidencia rotativa de la Unión Europea el 1º de julio. Pero, ¿está en condiciones de hacerlo? La vocero de la Comisión Europea, Pia Ahrenkilde, se muestra optimista: "Tenemos confianza absoluta en que Bélgica asumirá adecuadamente su responsabilidad como presidente rotativo de la UE".
Pero en esta afirmación, que parece un hecho, se transluce un requerimiento urgente a los políticos belgas para que logren estabilizar la situación del país antes del 1º de julio, y va más allá de poder contar con un Gobierno estable durante seis meses. Se trata del futuro de Bélgica como Estado. En una encuesta del periódico "Le Soir", casi un 22 por ciento de la población está a favor de una división del país. Y una cantidad aún mayor le da el visto bueno a otra federalización, lo que significaría fortalecer más las comunidades a costa de la centralización.
El historiador belga Dirk Rochtus se muestra tranquilo en cuanto a las perspectivas para Bélgica: "Si Bélgica se descentralizara, y si hasta se desintegrara, seguimos siendo parte de la Unión Europea. Siempre digo que, si se rompe el huevo belga, de todos modos seguimos dentro del omelet europeo", grafica Rochtus.
El ex presidente francés Charles de Gaulle se refería a la unidad europea como a una "Europa de las naciones", y decía que un omelet no se podía hacer con huevos duros. Aunque mucho ha cambiado desde entonces, la mayoría de los políticos europeos de hoy no podrían comparar a Europa precisamente con un omelet.
Autor: Christoph Hasselbach/ Cristina Papaleo
Editor: Enrique López Magallón