Latinoamericanos en Sochi: sin medallas, pero con amor por el deporte
23 de febrero de 2014Roberto Carcelén tenía ya más de 30 años cuando emigró a Estados Unidos en busca de un mejor trabajo. Allí, a la misma edad en la que la mayoría de los deportistas profesionales se retiran, conoció por primera vez el esquí de fondo. Comenzó a practicar con seriedad y entrega esta disciplina y se convirtiٕó, en Vancouver 2010, en el primer peruano en participar en unas olimpíadas de invierno. Sochi, 4 años después, le depararía una buena dosis de gloria deportiva.
Con patrocinadores y una respetable popularidad, Carcelén, con 43 años a cuestas, se preparó y clasificó para los juegos en la ciudad rusa. Desgraciadamente, semanas antes de la prueba, sufrió una aparatosa caída que le costó dos costillas.
Un peruano da ejemplo de espíritu olímpico
El peruano contaría que jamás consideró siquiera la posibilidad de no competir. A sabiendas de que no tenía oportunidad alguna, se puso como meta aunque sea, entre su visible dolor, culminar la prueba. Y así lo hizo. Fue el último en llegar, el número 87, casi media hora después del campeón, el suizo Dario Cologna.
Un emocionado Carcelén le dedicó la histórica carrera a su país y anunció su retiro. Esa imagen, como en su momento las del corredor Derek Redmond que, cojeando y abrazado a su padre cruzó la meta en Barcelona 92 pese a su lesión, o del judoca Yasuhiro Yamashita ganando la medalla de oro con una pantorrilla desgarrada, ha sido empleada en esta edición como referente del espíritu olímpico e ilustra lo emotiva y única que ha sido la participación latinoamericana.
El drama humano fue también protagonista en la participación de la saltadora brasileña Josi Santos. Los espectadores pudieron presenciar un conmovedor llanto de su parte, apenas concluyó su intervención, mientras indicaba, con un gesto, una letra L. Santos, quien concluyó vigésima entre 22, se refería así a su compañera Lais Souza. Ésta era quien, originalmente, estaba destinada a ser la competidora en dicha prueba. No obstante, a pocos días de la competencia, ambas estaban entrenando juntas en Estados Unidos cuando Souza chocó con un árbol y sufrió una grave lesión cervical. Hasta el momento, está paralizada del cuello para abajo y sin poder hablar. Santos la reemplazó en Sochi y, por ello, la emotiva dedicatoria.
Polémica participación de funcionarios argentinos
Los experimentados hermanos Cristian y Macarena Simari Birkner, esquiadores argentinos que han estado presentes en varias olimpíadas, intercambiaron acusaciones y denuncias con los organismos deportivos de su país. Acusaron a los dirigentes de haber ido “apenas a pasear”. Otro argentino Pablo Cichero, compitió en el esquí de fondo y llegó en la posición 83.
Por otra parte, los hermanos Ornella y Manfred Oettl, hijos de madre peruana y padre alemán, han vivido siempre en Alemania y veteranos de las Olimpíadas de Vancouver, acusaron a Perú de no haberles enviado uniformes.
El encanto de lo exótico
Paraguay, por su lado, contó por primera vez con una representante, aunque no directamente: Julia Marino. Ella fue adoptaba a temprana edad por una pareja norteamericana, vive en Estados Unidos y no habla español. Su participación, en slopestyle, requirió que se creara una federación paraguaya para ello y demás periplos burocráticos. Quedó en puesto 17 en la clasificación y no avanzó a la final.
Otro descendiente y el más famoso deportista de invierno latinoamericano sigue siendo el príncipe Hubertus von Hohenlohe, de la casa real alemana de Württenberg. Nacido en México, en una familia de empresarios alemanes, regresó a Europa cuando adolescente y, aunque ha competido en seis olimpíadas por su país natal, toda su vida deportiva ha transcurrido en el Viejo Mundo. Sus apariciones son un show: en algunas ha empleado atuendo de mariachi y de pistolero.