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El cardumen

Pablo Kummetz14 de abril de 2007

¿Cuántas personas se necesitan para dirigir a un grupo hacia una determinada dirección? En un experimento realizado en Alemania se halló la respuesta.

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Imagen: picture-alliance/dpa

¡Moverse siempre! ¡Caminar! ¡Permanecer en el propio grupo! ¡No hablar! ¡No mirarse! Las indicaciones son claras para los 200 participantes en un experimento sociológico realizado en una enorme nave de la Feria de Colonia, Alemania.

Las 200 personas forman un “cardumen” que siguen a pies juntillas, en aras de la ciencia, lo que se les ha dicho: nunca deben permitir que se abra una distancia mayor de un largo de brazo entre una persona y otra. La indicación refleja la tendencia observable en la gran mayoría de los seres humanos de hacer lo que hacen otros integrantes de su mismo grupo.

El experimento fue ideado por Jens Krause, investigador del Centre for Biodiversity de la Universidad de Leeds, Gran Bretaña y Ranga Yogeshwar, presentador de un conocido programa científico de la TV alemana.

Krause y Yogeshwar se propusieron determinar cuál es la proporción de individuos que marchan en una nueva dirección que hace que todo el grupo los siga. “El cardumen no sigue a un solo individuo que hace algo extraño. Siempre deben ser más los que poseen informaciones que otros no tienen”, dice Krause.

Programados para seguir al grupo

Esas personas, a las que se la ha proporcionado otra información diferente a las de “siga al grupo”, son denominados “líderes” en el experimento. Nada pasa cuando son sólo cinco los individuos que divergen de lo que hace todo el grupo. Rápidamente quedan aislados y el cardumen sigue su ruta prevista.

Cuando son diez los “divergentes”, la cosa no es tan clara. El cardumen pierde su forma circular y tiende a ir en determinada dirección. Cuando son veinte los “disidentes”, no hay ningún problema: el grupo va hacia donde esos veinte quieren.

Los 180 restantes integrantes del grupo fueron programados para “seguir al grupo” y no disponen de información alguna. Sólo los veinte “líderes” han recibido de los investigadores la información de moverse en determinada dirección.

La interacción entre “dirigentes” y “dirigidos”

En otras palabras: basta el diez por ciento de “activos” en un grupo de “pasivos”, programado para atenerse a lo que haga la mayoría, para que el todo el grupo marche en una determinada dirección. Una conclusión explosiva.

Todo el experimento fue grabado en vídeo. A los participantes se les solicitó que se pusieran gorras de diferentes colores. De esa forma, en un análisis detallado de los vídeos se podrá analizar luego, a partir de los colores de las gorras, de qué forma interactuaron exactamente los “dirigentes” y los “dirigidos”.

Las conclusiones sociológicas o políticas que se puedan sacar en forma general y más o menos inmediata deben ser tomadas naturalmente con la necesaria cautela.

Pero el experimento también tendrá consecuencias prácticas: por ejemplo para elaborar planes de evacuación de edificios, estadios y otros grandes recintos cerrados: ¿cómo puede dirigir los “líderes” grandes masas humanas en dirección a la salida de emergencia?